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Cultura

Apuntes sobre Spinetta, cuando las horas bajan…

*El músico argentino Luis Alberto Spinetta nació un día como hoy, pero de hace 70 años, por ello a través de este texto en la sección cultural de Notimex no quisimos dejar de recordar su legado 

Por Mario Bravo Soria

México, 23 de enero (Notimex).— Al ser docente universitario, ciertas veces en medio de alguna clase que se había extraviado temáticamente o tras haber abordado a un autor profundo y después de un debate grupal intenso, en más de una ocasión detuve el curso ordinario de la sesión, tanto en la asignatura que impartía en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México como también en alguna universidad privada, y decía a los alumnos: “Este es un momento histórico… Les presentaré al “Flaco” Spinetta…” y reproducía “Bajan”, tema que es parte del disco Artaud (1973).

      Varios años después, aún ciertos exalumnos cuando nos encontramos por la calle o a través de redes sociales, entre las anécdotas propias de aquellos años, recuerdan ese momento en que su profesor de Psicología Social paró el curso ordinario de la clase y echó a andar tres minutos con 28 segundos de una canción inédita para ellos y ellas. Dudo acerca de si la anécdota y el recuerdo quedó fijo en las memorias de algunos por el tema musical en sí mismo o por la ruptura que eso representaba: una clase universitaria, temas académicos, solemnidad propia del mundillo intelectual y repentinamente… Spinetta.

      El cantautor y músico argentino fue y es precisamente eso: una ruptura en medio de la rutina, una madriguera al estilo de aquellas que se relatan en Alicia en el país de las maravillas por donde se ingresa a otros mundos. Spinetta es la calma en medio del caos mundano y la rutina de horarios de oficina: es el arte habitando la vida y escapando de los reducidos espacios propios de los discos y las radios.

 

I

Pareciera injusto e insuficiente decir que Luis Alberto Spinetta (Buenos Aires, 1950 – Buenos Aires, 2012) fue solamente un músico de rock, referente de varias generaciones en su natal Argentina, creador de clásicos que son la banda sonora de muchas vidas en América Latina y fundador de agrupaciones como Almendra o Pescado Rabioso. Spinetta ha sido más que eso, pues pertenece a una extraña estirpe de seres dotados con la cualidad de partir en dos a la realidad, a lo rutinario, a lo “normal”, a la vida cotidiana y sus grises rituales: las mal llamadas brujas del siglo XVI, Pessoa, Freud, Cortázar, Guevara, Lennon, las madres de Plaza de Mayo, Agnès Varda y Spinetta, por mencionar sólo a algunos humanos que decidieron, y en algunos casos este mundo los orilló, dibujar por fuera de los márgenes, abrir relojes y quitarles sus manecillas, incluso a imaginar otros mundos posibles e invitarnos al resto a vivirlos aquí y ahora. 

      Spinetta trascendió al hombre frente a un micrófono, con guitarra en mano y una banda sonando detrás suyo. No es exagerado, para nada lo es, recordarlo como alguien que ha hecho arte más allá de los espacios, formatos, y códigos del arte mismo. Basta recordar esa anécdota que le relató al periodista Eduardo Berti, quien en su libro intitulado Spinetta, crónica e iluminaciones (1988) testimonia: una de las líneas mejor logradas del ya clásico tema “Cementerio Club” (pertenenciente al álbum Artaud), Luis Alberto la halló escrita en un muro de la celda en donde fue recluido en el año 1977 (tras dar un concierto mientras se vivía el terror propio de la más reciente dictadura militar en la Argentina); algún preso escribió en una pared: “Qué solo y triste voy a estar en este cementerio”, a lo cual Spinetta antes de irse de aquel lugar y una vez que el comisario le puso en libertad, completó la frase en el muro: “Qué calor hará sin vos en verano…”.

      El arte no sólo sobre un escenario, sino entre las cuatro paredes de una celda, ahí donde también hace falta la poesía.

 

II

Spinetta materializaba el arte en los hechos cotidianos, ahí donde el panadero se levanta todos los días y hornea, donde el carpintero debe entregar hoy por la tarde una mesa y cuatro sillas, donde una muchacha ojos de papel llora ante la incertidumbre que le arrojan los pétalos de la margarita… ahí en ese mundo de los días de la vida, ahí Spinetta transformaba las tonalidades grisáceas en una paleta multicromática, en un mundo donde el poeta está seguro de que su mensaje le llegará, sí o sí, a su destinatario, así confía en un fragmento del tema Los libros de la buena memoria:

Mi voz le llegará,

mi boca también…

tal vez le confiaré,

que eras el vestigio del futuro…

El poeta confía. La voz y la boca llegarán a los labios que son su puerto de arribo, sin prisas, sin necesidad u obligación de insertarnos en el remolino del vértigo, de los horarios de oficina, de ir corriendo siempre y todos detrás de un futuro supuestamente marcado por el Progreso, pero sin la promesa de que realmente todos podamos acceder a él. Ante el vértigo del éxito obligatorio, de trabajar para sobrevivir y ganar dinero, ante las exigencias del capitalismo brutal y salvaje, Spinetta dice en “Bajan”:

Tengo tiempo para saber

si lo que sueño concluye en algo

no te apures ya más, loco,

porque es entonces cuando las horas bajan,

el dia es vidrio sin sol

bajan, la noche te oculta la voz

y, además, vos queres sol,

despacio también

podes hallar la luna…

 

III

Luis Alberto llama a la pausa, a la reflexión; no corras, no marches al ritmo de los relojes, no caigas en la demencia de vivir sólo para llegar primero… baja la velocidad, hay tiempo, tenemos tiempo incluso para descubrir si nuestros sueños tendrán o no un final. En “Bajan”, mítico tema incluido en el álbum Artaud (1973), el autor deja un testimonio y un legado a las nuevas generaciones: no te enfermes de prisa, no caigas en la trampa de quienes nos pretenden construir como humanos robotizados, no creas que no puedes llegar a ser el sol y también la luna. 

      Spinetta afirmó al mismo Eduardo Berti en el libro ya citado, que leyó mucho del poeta francés Antonin Artaud para la realización de las letras de aquel disco; tal referente de Luis Alberto promovía que ante la desesperación y frustración propias de habitar este mundo, la salida a ello era la demencia y la locura. El músico argentino, en cambio, no prefigura que esa sea la única alternativa, sino que más en el tono de Ernesto Guevara y The Beatles, cuando el primero dijo: “El verdadero revolucionario está guiado por grandes sentimientos de amor”, y cuando el cuarteto inglés afirmó: “Todo lo que necesitas es amor”, sitúa a la salida de emergencia en no vivir a prisa, en no malgastar los días de la vida y evitar que nos absorba esta sociedad que principalmente requiere dóciles hombres y mujeres. 

      Y si esa vida podemos nutrirla de arte, eso será mucho mejor, sugiere el músico nacido hace 70 años, quien desde su enorme universo interior construyó cierta imagen, específicamente la de un kamikaze que se juega la vida en nombre de nada más y nada menos que la vida misma. Así lo relató al periodista Berdi en el libro ya referido. Leamos atentos a Spinetta:

      “Un kamikaze se juega por la pasión de lo suyo. Muere por esa pasión: el rockero con su viola y el médico con su bisturí. No quiero no sentir pasión en lo que estoy haciendo, o hacerlo por un simple y determinado compromiso con la gente. Acá, en la guerra de las Malvinas, sé de posta que hubo kamikazes. Pero dejá de lado el plano bélico y ponelo como energía de polenta, aplicalo a la creación, a luchar contra la mediocridad y contra la destrucción del mundo”.

 

IV

Jugarse la vida por la pasión. No en el plano de guerras y muertes sino como militante de una trinchera desde donde se lucha contra todo aquello que resulta gris y destruye al mundo. Estar… así como Spinetta estuvo y acompañó varias causas sociales, como los reclamos de ciertos docentes en Buenos Aires, tal como lo testimonia la foto que circula en la Internet donde se le mira apoyando esa causa. Sin que nadie se lo pidiera y sólo por sentir el compromiso de lucha en contra de todas las modalidades que adquiere la injusticia, él fue a la carpa montada por los maestros porteños e hizo algo de lo que mejor sabía hacer: estar y llevar el arte a donde hacía falta.

      Spinetta seguramente fue el sol y la luna, vivió y supo estar ahí, tanto arriba de un escenario como en un estudio de grabación y en la calle, donde la vida pasa… precisamente cuando las horas bajan. 

NTX/MBS/PSG

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