Con una gran fuerza por su mensaje combinado con las actuaciones de José Cotero y de Georgina Tapia, los monólogos musicalizados por Javier Santos, impactaron de forma positiva a las y los espectadores reunidos en el Museo Casa Toluca 1920.
En el recinto, el público disfrutó de la voz de personajes como Antígona, una mujer que es símbolo de lucha y determinación, víctima y heroína, la única capaz de desafiar al tirano Creonte y la Ley de la Polis para poder dar sepultura a su querido hermano Polinices.
Este evento estuvo enmarcado en los 16 Días de Activismo contra la violencia hacia las mujeres y las niñas; al dar voz a personajes literarios, buscaron abrir espacio a la reflexión para acabar con la violencia, desde los pequeños actos hasta el feminicidio.
Así se escucharon voces del Mercader de Venecia, de sus protagonistas cristianos y judíos, que evidenciaron la intolerancia en su máxima potencia; avanzando en el tiempo se escuchó un fragmento de una de las grandes obras del Siglo de Oro español “La vida es sueño”, de Pedro Calderón de la Barca.
Tres fueron los monólogos que sensibilizaron al público que estaba al borde del llanto: la voz de Laurencia, de la obra Fuenteovejuna, de Lope de Vega, quien es hija del alcalde de Fuenteovejuna y era acosada por el comendador, hasta que fue violada y expresa su enojo, su rabia, su tristeza.
Otro de ellos es el discurso que Nora da a su esposo cuando decide irse de casa. Javier Santos compartió con las y los asistentes que, cuando se publicó la obra, nadie quería representar al personaje de Nora, por ser una mujer fuerte, decidida, que quería salir, estudiar, ver el mundo y este hecho era condenado por la sociedad de aquel entonces.
Para cerrar la presentación retomaron un fragmento del libro “Hacer la tumba”, de Daniel Serrano, que aborda el duelo imposible de concluir de las personas a las que les han desaparecido un ser querido. Sin saber qué ha sido de la mujer que amaba y que lleva 10 años desaparecida sin que se sepa a dónde o qué fue de ella, Ramiro sigue confiando en que algún día podrá reencontrarla. La gente del pueblo tampoco olvida a la muchacha, porque está Ramiro para recordar la pérdida.