*Raquel Castro cuenta en entrevista la génesis de una de sus mejores novelas
Por Cristóbal Torres
Nayarit, 8 de febrero (Notimex).— Raquel Castro es una autora polifacética que se ha desarrollado tanto en el periodismo, la traducción y el guionismo; armas que le han permitido desarrollar un estilo que combina lo ligero con lo sustancial. Hace ocho años publicó Ojos llenos de sombra (2012), mismo que le valió el Premio Gran Angular de Novela Juvenil; ahora recuerda la génesis de dicho libro en entrevista con Notimex.
“Lo empecé a escribir en 1997, quería una historia que hablara sobre la subcultura en México”, menciona la autora, quien revela haberlo pensado originalmente como una antología de cuentos e incluso llegó a considerar la idea de volverlo un guión cinematográfico.
“Empecé queriendo hacer una serie de cuentos; pero entre el 97 y el 2010 lo iniciaba y lo dejaba y no hacía nada; pensé en escribir varios cuentos, luego lo quise hacer un guión de cine, sin embargo, al final pensé: ‘creo que funcionaría mucho mejor como novela'”.
Se dio cuenta que tenía varias historias secundarias, pero le faltaba la protagonista; dicho proceso lo realizó entre 2010 y 2011. Fue después de haber leído Metro-pop del autor tijuanense, Fran Ilich, publicado precisamente en 1997, que a Castro le nació la idea de escribir una historia de adolescentes, la cual se desarrollara en la capital del país, “dije, ¿por qué no hay esto en Ciudad de México?; quiero verme reflejada en lo que estoy leyendo”.
Menciona también Lost Souls, de Poppy Z. Brite, “donde el personaje va a un antro gótico. Ahí está cantando en el escenario Peter Murphy, yo decía: ¿por qué no puede haber una historia así pero ubicada en México?”. Ojos llenos de sombra tiene como protagonista a “Atari”, una joven tecladista cuya banda, El lado oscuro de la luna, es una de las agrupaciones más llamativas de la escena subterránea de la capital; sin embargo, en medio de un flujo de vida estable, debe tomar la decisión de dejar todo por una beca musical en Rusia.
Su labor como guionista le permitió a Raquel Castro desarrollar la capacidad de absorber el habla coloquial de quienes le rodean, una herramienta muy útil que resultó vital en el éxito narrativo de Ojos llenos de sombra, “siempre he sido muy buena para escuchar cómo habla la gente”; aunado a eso, el ambiente que retrata en su novela no le era desconocido pues estuvo involucrada en la escena gótica de la Ciudad de México desde la preparatoria y sus años de universidad.
Yo escuchaba mucho a la gente, por ejemplo, si estaba en el metro y dos personas se peleaban, me acercaba un poquito más para escuchar sus gritos. Me gusta cómo un mismo lenguaje lo hacía individual cada persona.
Tratar de escapar de los clichés
Armar la historia fue un proceso en el que descartó ideas que le salían al principio; “primero pensé que la protagonista —”Atari”— fuera vocalista de la banda; pero me pareció un cliché. Siempre los protagonistas son los vocalistas y Harry Potter es el más importante, decidí cambiar eso”, y la transformó en tecladista.
Ese segundo movimiento detonó parte de la trama. Debía darle a la protagonista “algo de lo que ella quisiera hablar, pero que los demás no tuvieran tiempo de escuchar; una de las primeras cosas que se me ocurrió fue estar embarazada, y hasta me reí de mí; ¿por qué siempre debe ser ese tema?”.
Después de pensar, la autora recordó una ocasión en la que solicitó una beca para estudiar inglés en Estados Unidos y, después de ver los trámites, optó por desistir, “tenía dos días para meter todos los papeles y, cuando vi todo lo que me pedían, dije: ¡ay, no, qué flojera, qué horror!; y no he dejado de arrepentirme de eso”.
Fue ahí donde pensó que una beca podía ser la disyuntiva de “Atari”, “es tan fácil no pedir una beca y decir: ¡ay, no!; pero ¿qué pasa si sí la pides y además te la dan?, ¿te vas?, ¿te quedas?, qué pasa con tus amigos y tu vida?”. Autoconsiderada como obsesiva, la autora investigó qué beca podía servirle para su historia: “encontré que en el Conservatorio de Moscú tenían una beca para piano, clavecín y teclado dirigida a estudiantes pregraduados, eso era lo que necesitaba”.
A doce años de su publicación, menciona que el conflicto sigue vigente: “escoger entre la comodidad de lo ya conocido o animarte a hacer algo distinto”. Hasta la fecha, Castro sigue recibiendo comentarios de la novela “por parte de personas que ahora son madres, cuyas hijas leyeron el libro y mencionan que les recordó su adolescencia… ¡eso me parece muy bonito!”. Otro aspecto fue la música, “tuve miedo acerca de que no les fuera a decir nada; pero me comentan que gracias a las plataformas digitales encontraron las canciones y les gustaron”.
NTX/CTM/MBS