*Bronislaw Zajbert recordó su experiencia en un gueto judío durante la Segunda Guerra Mundial
Por Cristóbal Torres
México, 26 de enero (Notimex).— Como parte del Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto —que se evoca cada 27 de enero—, el señor Bronislaw Zajbert —sobreviviente del gueto de Lodz, en Polonia, durante la Segunda Guerra Mundial— se presentó en la Sinagoga Histórica Justo Sierra 71.
Mónica Unikel, directora de la Sinagoga Histórica, se dijo muy contenta porque después de mucha planeación finalmente logró contar con la presencia de su invitado: “el tema del Holocausto es fundamental, no nada más por ser judíos, pues nos toca a todos como seres humanos”.
Yael Siman, quien es investigadora experta en estudios de genocidio y temas de Medio Oriente, agradeció la invitación y consideró la sinagoga como “un tesoro” por su labor cultural. Reconoció entre los presentes a personas que también están directamente relacionadas con el Holocausto y recordó que desde 2005, por mandato de las Naciones Unidas, se conmemoran a las víctimas.
Aunque Siman hizo la invitación abierta a todos los asistentes a preguntar en cualquier momento del testimonio, Bronislaw Zajbert apenas si fue interrumpido durante su relato; fueron detalles técnicos propios del micrófono los que lo detuvieron más. Inició por su infancia, “nací en 1933, me tocó vivir la guerra cuando tenía seis años; hasta ese entonces había tenido una infancia muy feliz”.
—¿Qué tanto podía yo entender de conceptos de razas y diferencias? Lo que sí entendí fue que había un hombre llamado Hitler, que quería conquistar el mundo y odiaba a los judíos; los consideraba una raza inferior. Esa fue la primera vez que oí el concepto de razas, porque en mi casa nunca hubo diferencia de nada.
Acompañado por su familia y una gran cantidad de amigos e interesados en el tema, todo el público se mantuvo completamente atento a los recuerdos del señor Zajbert, quien recordó su incursión al gueto de Lodz y cómo todo se volvió un duelo de decisiones entre dejar cadáveres por comida o no ir al hospital por miedo a ser deportado: “son decisiones que hoy en día son difíciles de entender; pero en esos tiempos, tan anormales que se vivían, eran parte de las decisiones normales que hacía la gente”.
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