Cada año, uno de cada 43 hogares es víctima de robo, según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción Sobre Seguridad Pública (Envipe) pero existen alternativas para blindar casas, empresas y oficinas de los robos.
El blindaje arquitectónico es otra industria en crecimiento debido a la inseguridad. Actualmente no sólo se blindan los automóviles, también los domicilios particulares, sedes gubernamentales, comercios y oficinas empresariales, y es que la sensación de inseguridad no sólo se deja sentir en las calles, sino también al interior de los hogares y zonas de trabajo.
Aunque la industria del blindaje arquitectónico data de 1994, su crecimiento se aceleró desde 2016, con un porcentaje ascendente de 10 a 15 por ciento anual. Se espera que este 2018 supere las estadísticas anteriores, pues en lo que va del año ya se cumplieron con las cifras totales de 2017.
Al respecto, René Rivera Arosqueta, encargado del Comité de Blindaje Arquitectónico del Consejo Nacional de la Industria del Blindaje, explicó que apenas en lo que va del año ya se superaron las cifras de trabajos de años anteriores, y hay un franco crecimiento.
“Sí, sin lugar a dudas (hay un incremento). Debido a la inseguridad que se vive en el país, sin importar la región geográfica, la gente está preocupada por la seguridad de sus seres queridos, de su entorno de trabajo y de su vivienda”.
“Asimismo, las empresas, corporativos e instituciones gubernamentales buscan tener un mayor control sobre los accesos a sus instalaciones, con ello, pretenden incrementar la seguridad”, dijo el experto.
Explicó que si bien han trabajado en diversos estados de la República, a excepción de Campeche y Yucatán –donde el índice delictivo es bajo, en los últimos meses se incrementó considerablemente la demanda de blindajes en comercios, oficinas, casetas de vigilancia y domicilios particulares en la Ciudad de México, Estado de México, Guerrero, Morelos, Tamaulipas y Coahuila.
Indicó que hay tres tipos de blindaje, uno de ellos antivandálico y se aplica principalmente en joyerías y tiendas donde han sufrido saqueos, debido a marchas y manifestaciones o robo con los denominados “marreros” que utilizan mazos para romper las vitrinas y llevarse las joyas.
En este caso –para reducir costos– se les recomienda utilizar películas antiasalto en los escaparates, o algún tipo de aleación para evitar la fragmentación del vidrio, o si así lo desea, un vidrio específicamente para soportar golpes de martillos, mazos o marros.
Este tipo de trabajos no sólo se realiza en escaparates, sino que ya hay tiendas de conveniencia que están solicitando los blindajes, incluso tiendas de abarrotes y vinaterías.
“Básicamente en casa habitación y en oficinas lo que se busca es evitar el ingreso de personas no deseadas y en lo esencial pueden ser las puertas de acceso de la calle o el acceso a la zona de habitaciones; y en el caso de las oficinas también se busca aislar algunas zonas para evitar robo o probable secuestro”, detalló el experto.
“Dependiendo de las exigencias del cliente y el nivel de riesgo que presente será que se determine el nivel de protección que se le recomiende, pues hay clientes quienes solicitan placas metálicas para los muros perimetrales, aunque lo convencional es blindar los puntos vulnerables, como puertas y ventanas”, agregó René Rivera.
Aunque el blindaje no sólo consiste en colocar placas de acero o vidrios antibalas, sino también otro tipo de mecanismos que hagan de los inmuebles lugares seguros para habitar, como son los bloques metálicos, cámaras de seguridad, circuito cerrado, incluso personal de guardia y custodia, y casetas de vigilancia.
Indicó que actualmente se está pidiendo blindar las casetas en los puntos de acceso de empresas y dependencias oficiales con placas metálicas y vidrio de policarbonato, que resiste ataques de rifles de asalto AK-47, R-15, hasta proyectiles calibre 50 milímetros.
Mientras que en el interior de los inmuebles –entre ellos los domicilios particulares– no hay la necesidad de blindar toda la casa, sino que se puede aislar la planta alta, bloqueando con placas metálicas las escaleras de acceso; una recámara, oficina en específico, baño, o incluso el acceso al denominado cuarto de pánico, esto hasta que llegan las autoridades a brindar el apoyo.
El cuarto de pánico o safe room es una estancia que va recubierta completamente con acero balístico, en su caso una puerta blindada con vidrio de policarbonato, si así lo pide el cliente, con respiradores, que soporta ataques de las armas de grueso calibre, puede ser en una zona subterránea o en alguna de las estancias del inmueble, lo más auxiliada posible y de difícil acceso.
Rivera Arosqueta aseguró que el blindaje arquitectónico es una inversión inteligente que le da seguridad a personas, empresas e instituciones de que ellos y sus familias están a salvo.
Y en el caso de muchas empresas les beneficia, porque al disminuir los riesgos o hechos delictivos las primas de los seguros van a la baja también, concluyó.