A primera hora de la mañana, el cielo se llena de enjambres bíblicos con insectos de color marrón rojizo que tienen gruesos cuerpos y grandes alas transparentes.
Se trata de las hormigas voladoras, que salen de sus nidos y se esparcen por el aire, mejor conocidas como chicatanas.
Antes del amanecer, familias de todo Oaxaca salen a recolectar las hormigas, que son consideradas una delicadeza regional.
Las intensas lluvias que se registran en el estado no sólo traen inundaciones, también a las famosas hormigas, las cuales son consideradas un manjar en la gastronomía tanto local, como internacional .
Se trata de las reinas del tipo de hormigas denominadas “arrieras”, que emergen de la tierra o después de las fuertes lluvias que azotan a la región.
Aunque se pueden encontrar en Puebla, Chiapas, Veracruz e Hidalgo, son más famosas en Oaxaca, donde esta temporada se comercializan hasta en mil pesos el kilogramo.
La forma más tradicional de cocinar esta popular hormiga es en una deliciosa salsa preparada en molcajete, que se disfruta con una tortilla hecha a mano recién salida del comal y con un trozo de queso costeño.
También se pueden preparar en un rico mole con carne de pollo, armadillo o cerdo; pero no puede faltar la especialidad de los oaxaqueños, los tamales, los cuales son elaborados con masa de maíz, envueltos en las verdes hojas de plátano y se cocinan en una olla de barro.
“No son difíciles de atrapar”, explicó Gerardo Montes Flores, habitante de Oaxaca. “Son lentas y caen al suelo, y a todos los niños les encanta correr para recogerlas.
Los platillos con chicatanas son más populares en las regiones de la Costa, Valles Centrales y la Sierra. Sin embargo, hoy en día hay una gran preocupación porque la mancha urbana la pone en riesgo en las ciudades.
Su consumo ha trascendido fronteras y ya llegan a los connacionales en Estados Unidos y otros países, quienes comparten esta gastronomía en esas naciones; además en la Ciudad de México se venden a un precio que rebasa los mil pesos el kilo.
Actividad que une a las familias
Los habitantes de esta entidad ya saben que las chicatanas van a salir cuando por la tarde los insectos empiezan a cortar las hojas de las plantas que tienen a su alcance y las llevan a sus hogares.
Ante ello, los oaxaqueños se preparan con botas de plástico, recipientes, lámparas y, sobre todo, una gran emoción que une a las familias.
Cae la noche y nadie puede dormir, esperando la hora para dirigirse al campo y capturar este alimento tan esperado durante todo el año. Una vez que es la medianoche, los niños y adultos salen de sus casas con una gran emoción.
Entre la oscuridad llegan a los terrenos que se encuentran alejados de sus municipios y empiezan a revisar los hormigueros. A veces tienen que esperar hasta las 4:00 o 5:00 de la mañana, hora en que se escucha que empiezan a salir.
Una vez que las chicatanas abandonan sus hogares, comienza el trabajo arduo y divertido. Algunas personas llegan a meter sus pies en botes con agua, para evitar que durante la colecta las hormigas los muerdan.
Ya amaneciendo todas las familias regresan a sus casas con la felicidad de llevar el alimento que se consume desde tiempos inmemoriales.
Para quitarle las alas a las reinas de las arrieras, las mujeres oaxaqueñas las ponen en un comal de barro y les agregan pizcas de sal; se retiran hasta que queden bien tostadas y listas para el consumo.
Las abuelas indígenas de la Costa dicen que para que la comida quede deliciosa, las chicatanas tienen que molerse en el metate o en el molcajete.
Desde tiempos ancestrales, los oaxaqueños venden las chicatanas en sus casas o en los mercados, pero también hay algunos que las guardan para consumirlas durante todo el año.
La gastronomía oaxaqueña encanta a nacionales y extranjeros, pues en sus pueblos conservan todavía los secretos de la cocina que les heredaron sus antepasados.
Chicatanas, insectos gourmet
La fama culinaria de esta hormiga voladora surge principalmente del estado de Oaxaca
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