Ayunar es para el cuerpo lo mismo que dejar sin gasolina un automóvil. Nuestro cerebro es el centro de mando, y para desarrollar su trabajo requiere de glucosa, azúcar en la sangre, obtenidas principalmente del primer alimento en el día.
A fin de realizar cualquier función o acción del organismo se requiere de energía, y ésta no se obtiene si la persona se abstiene de ingerir alimentos –voluntaria o involuntariamente– ya sea por las prisas de llegar al trabajo o a la escuela, por querer perder peso o hasta por asuntos religiosos.
Al saltarse el desayuno, el cuerpo empieza a consumir la glucosa que el cerebro necesita y si esta práctica es constante, se corre el riesgo de sufrir daño neuronal irreversible.
Lo primero que ocurre es que disminuye la capacidad para concentrarse y memorizar, tanto en niños como en adultos.
“En niños puede haber una dificultad en procesos cognitivos, como el aprendizaje, el memorizar algunas cuestiones; entonces, tenemos niños que tal vez van a la escuela sin desayunar y tienen problemas en la clase”, indicó el nutriólogo del Hospital Juárez de México, Salvador Ortiz Gutiérrez.
Con personas mayores suele haber dificultades al realizar operaciones muy concretas, por ejemplo, conducir un automóvil.
“Muchos estudios han demostrado que omitir el primer alimento del día y también de horarios en la estructura para el resto de los alimentos, aumenta el riesgo de padecer obesidad, hipertensión y diabetes”, indicó Carlos Alberto Aguilar Salinas, coordinador de la Unidad de Investigaciones Metabólicas del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ).
Otro riesgo de no desayunar es que se provoque una gastritis, debido a que –al no recibir alimentos– el ácido gástrico irrita constantemente el estómago.
En relación a la ganancia de peso, detalló que ésta se origina sobre todo por la falta de control de la saciedad, pues el organismo hambriento consume todo lo que puede cuando se presenta la oportunidad de comer después de un ayuno prolongado.
“Lo que hace daño es comer en exceso después de ese periodo de ayuno, esa pérdida del control de la saciedad, pues en lugar de comer porque se sabe la cantidad y tipo de nutrimentos adecuados, simplemente se come por quitar el apetito, sin responsabilizarse de la cantidad de azúcares, de grasas y calorías que se están ingiriendo”, anotó.
En tanto que Simón Barquera, director del Centro de Investigación en Nutrición y Salud, del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), refirió que en los últimos años se ha visto un cambio en los estilos de vida.
“Hay ciertas conductas en la población que no ayudan a tener un estilo de vida saludable y, uno de ellos, es estar sedentario y tener poco tiempo para comer, pues cuando hay poco tiempo para comer eligen algo rápido y con muchas calorías”, apuntó.
Los especialistas resaltaron la necesidad de tener horarios regulares para comer, pero sobre todo elegir comida natural y evitar productos superprocesados y empaquetados, pues éstos contienen altas cantidades de azúcar y sodio que pueden llevar a la diabetes, la hipertensión arterial y al sobrepeso.
Así, mujeres y hombres llegan a tener problemas de gastritis, mareos, fatiga, falta de concentración, sobrepeso y diabetes, pues han ayunado de manera constante en buena parte de su vida.
Cuando el cuerpo trabaja “sin gasolina”
Ayunar puede ocasionar en niños y adultos mayores dificultades en procesos cognitivos
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