Las imágenes de las películas apocalípticas, donde un grupo personas desahuciadas recorren en harapos tierras baldías en busca de agua y luchan de forma desesperada y sin control, siempre me habían parecido absurdas, hasta que supe de la existencia del fracking. También conocido como fractura hidráulica, este método para extraer gas y petróleo consiste, en pocas palabras, en excavar un pozo a profundidades de entre mil y 5 mil metros e inyectar a alta presión una mezcla de agua, arena y más de 750 sustancias tóxicas a fin de abrir grietas en las rocas y extraer los hidrocarburos.
Para saber un poco más de este asunto entrevisté a Claudia Campero, miembro de la Alianza Mexicana contra el Fracking. Desde un inicio su opinión fue tajante: “Esta práctica es muy dañina y no existe una forma para evitar sus efectos, por lo tanto debe ser prohibida. El tema que más preocupa es el desperdicio y contaminación de altos volúmenes de agua que mezclan con químicos tóxicos. Por ejemplo, cada pozo puede gastar 29 millones de litros, que si tomamos una zona de alta extracción en donde se llegan a perforar más de 9,100 pozos en un año, representa el agua que podría consumir una ciudad de 4.9 millones de habitantes (partiendo del consumo señalado por la OMS de 100 litros por persona al día).
“No sólo es lo que se derrocha, sino que además esta agua se está sacando del ciclo hidrológico, porque se queda atrapada en la formación rocosa, y la que sale está tan contaminada que no se puede volver a utilizar”.
Dolores Rojas, coordinadora de Programas en la Fundación Heinrich Böll, ha sido muy activa en denunciar los efectos de esta práctica. Ella considera que es una técnica nociva y peligrosa. Agrega que en Estados Unidos, donde se ha llevado a cabo fracking por más de 15 años, se ha comprobado que ni con toda la tecnología y experiencia existen las garantías para evitar riesgos de fugas en la infraestructura que impidan que la contaminación llegue a los acuíferos que abastecen agua a la población. Incluso un grupo de científicos desarrolló un estudio completo –se puede consultar en Internet– en el cual demuestran los efectos nocivos al medioambiente y a la salud de las personas.
Por ejemplo, en ese documento señalan que en una zona de alta extracción se tomaron muestras (el campo Barnett Shale en Texas), se comprobó la contaminación generalizada del agua potable y se identificaron 19 contaminantes relacionados con el fracking, incluyendo el cancerígeno benceno.
Claudia explica que otro gran problema que presenta este método es que una vez realizado el proceso, deben disponer del agua utilizada durante la extracción, y como no se ha encontrado una tecnología para tratarla de forma adecuada, se ha optado por inyectarla de nuevo a la tierra mediante pozos específicos. Lo que, además de la contaminación, genera que se lubriquen fracturas que estaban inactivas y se empiezan a generar movimientos geológicos.
En Oklahoma, Estados Unidos hay casos documentados que demuestran el incremento de la actividad sísmica, donde se realiza el fracking
Fracking: Una apuesta sucia y peligrosa
Al extraer gas y petróleo mediante esta práctica se contamina el agua
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