ALEJANDRA JIMÉNEZ

El próximo domingo 3 de abril inicia el Horario de Verano. Ese momento del año que muchos odiamos porque significa que dormiremos una hora menos a cambio de más tiempo de luz diurna y ahorrar energía.

El Horario de Verano implica recorrer las manecillas del reloj de las 02:00 a las 03:00 horas, lo que según el Fideicomiso para el Ahorro de Energía Eléctrica (Fide) permite un ahorro en el consumo de energía eléctrica de mil 46.47 gigawatts-hora y una demanda evitada de 672 megawatts, equivalente a mil 470 millones de pesos.

El organismo explica que la medida también evita la emisión de 466 mil toneladas de bióxido de carbono (CO2), principal contaminante del efecto invernadero y la quema de 1.33 millones de barriles diarios de combustibles.

Este ahorro de energía permitiría abastecer el consumo eléctrico de 602 mil casas habitación durante todo un año (con un consumo promedio de 289 kilowatts al bimestre) lo que equivale a la capacidad de generación anual de la planta hidroeléctrica de La Yesca, en Nayarit.

El Horario de Verano se aplicó en el país en 1996 y se divide en dos etapas, del segundo domingo de marzo al primer domingo de noviembre en los 33 municipios de la franja fronteriza norte con el propósito de facilitar la vida cotidiana de los residentes locales y del primer domingo de abril al último de octubre en el resto del territorio de la República Mexicana, con excepción de Sonora y Quintana Roo.

Impopular

El Horario de Verano sirve para aprovechar mejor la luz solar y ahorrar energía eléctrica, sin embargo, esta medida suma cada día más detractores que cuestionan su eficacia y reprochan el impacto a la salud.

Aparentemente una hora menos de sueño no afectaría tu rutina, sin embargo, algunos estudios sugieren que el cuerpo reacciona negativamente ante esta modificación.

Un estudio realizado en Estados Unidos sugiere que al perder 40 minutos de sueño, la parte del cerebro que controla las emociones reacciona mucho más a estímulos negativos, es decir, estamos de mal humor.

Se descubrió también que el cambio de horario provoca que las personas pasen más tiempo en Internet en lugar de trabajar, haciéndolas menos productivas.

Esta disminución de la concentración también hace a las personas más propensas a sufrir accidentes e incluso, algunas investigaciones sugieren un aumento en el riesgo de sufrir un infarto, los que aumentan hasta 25 por ciento el lunes después del cambio, pero que curiosamente después de atrasar el reloj en otoño disminuye 21 por ciento.

Otras investigaciones señalan que el cambio suele afectar más a aquellos que padecen ansiedad o depresión, aunque suelen readaptarse pasados dos o tres días.

Sus orígenes

El cambio no es una medida nueva, el primero en proponer una adaptación fue el científico Benjamín Franklin. En 1784 calculó los ahorros que se lograrían dejando de utilizar velas si los parisinos se levantaran más temprano durante verano, aprovechando la luz solar y reduciendo la necesidad de iluminar artificialmente sus hogares

Posteriormente, en 1907, el londinense William Billet propuso avanzar 20 minutos los relojes cada domingo de abril y retardarlos 20 minutos cada domingo de septiembre, con el mismo objetivo, aprovechar la luz del día.

En la Primera Guerra Mundial, Alemania adoptó la medida para reemplazar la luz artificial y así ahorrar combustible, indispensable para la guerra. A ellos le siguieron Inglaterra y otros países.

En la actualidad 86 países han adoptado el Horario de Verano.

• • La actividad física durante el día les ayudará a dormir mejor por la noche

  • Mantener horarios fijos de comida

  • Visitar al médico en caso de que niños y/o ancianos muestren alteraciones de sueño durante el día, ya que pueden tener alteraciones en la presión

  • Ser paciente con los lactantes, mostrarán irritabilidad hasta que se adapten al cambio de horario

  • Para los adultos, se aconseja fraccionar la hora de diferencia adelantando los días previos las rutinas unos 15 minutos de forma progresiva