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Nochebuena, la flor más bella del Invierno

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Colorido regalo de México para el mundo


La flor de Nochebuena, originaria de nuestro país, es una flor que se ha convertido en símbolo de la Navidad en todo el mundo.
Es uno de los elementos que no puede faltar en las fiestas decembrinas, por lo que a finales de noviembre comienza su venta masiva.
Originaria de México, es reconocida en el mundo como símbolo de la Navidad; tan sólo en la Ciudad de México se cultivan al año 3.1 millones de plantas y es el tercer lugar a nivel nacional en su producción, principalmente en las delegaciones Milpa Alta, Tláhuac, Tlalpan y Xochimilco.
Orgullosos de su trabajo, productores de esta flor preparan desde un año antes su producción a partir de los pedidos que reciben de comerciantes de diferentes estados del país que los visitan o llaman para hacer su apartado para la siguiente temporada y en los últimos años ha incrementado su producción.
Valente Estrada García, productor de flores y plantas ornamentales, señaló que la nochebuena es un regalo de México para el mundo, pues aunque carece de patentes, su raíz silvestre es del sur de México y actualmente se comercializan, en su mayoría, cinco diferentes variantes en México, Centro y Sudamérica.
Llamada de diferentes maneras: flor de fuego, pascua, tiene su raíz en la flor cuetlaxóchitl que en náhuatl significa “flor de pétalos resistentes como el cuero”, se cultiva bajo condiciones de invernadero y se conocen alrededor de 100 variantes, algunas de ellas, en ocasiones salen del mercado por no ser muy comerciales por el color que no gusta o el tamaño.
La roja, amarilla o blanquita, tienen variantes conocidas como prestige, freedom blanco, mármol y otras de mayor comercialización por su resistencia y adaptabilidad al clima, a las plagas y para su siembra, desde marzo se siembra la planta madre en un macetón de hasta dos o tres metros de altura y posteriormente se poda y se sacan plántulas que enraízan en macetas.
Sentado entre flores de nochebuena listas para su comercialización, Valente explica que las plantas madre se compran a empresas morelenses que maquilan plántulas mediante semilla o esquejes que se plantan en un sustrato ligero preparado con tierra de hoja o de monte, tezontel, tepojal para que sea porosa y la raíz crezca mejor.
La siembra, narró, se realiza de marzo a julio para dar tiempo al crecimiento, se cultivan de forma artesanal, con tratamiento manual, en invernaderos donde se cuida la cantidad de luz, temperatura, aire y humedad.
Aunque florea en diciembre, en los invernaderos adelantan los tiempos para lograr su pigmentación y floreado desde octubre, cuando inicia su comercialización y se induce el color a través del fotoperiodo y con plásticos negros cubren el lugar para “engañar a la planta haciendo parecer días más cortos”; el precio de cada una oscila entre los 15 y 50 pesos de acuerdo al tamaño.
Eusebio Fernández Flores, de 67 años y heredero de una tradición de productores de plantas, señaló que la producción de esta flor se ha incrementado porque es más redituable en materia financiera a corto plazo, por lo que ellos la han denominado como “el oro rojo” y dan empleo a muchas personas.
Para la siembra, dijo, no sólo se requiere de buena mano, sino también conocimiento, limpieza y utensilios para cortar la planta y enraizar, con el propósito de lograr un mejor crecimiento, y aunque su producción ha aumentado en los últimos años, su comercialización ha bajado; sin embargo, en diciembre se incrementa.
Con hojas verde oscuro, pétalos rojos, con bordes dentados y con colores combinados, blancas o amarillas, los productores de esta planta –utilizada por los aztecas–, se refieren a ellas con nombres que ellos les dan: cáscara de nuez, rufles, uva, entre otros.