Con agilidad, destreza y flexibilidad, Matías Chávez corre hasta un caballete, salta y con las manos se impulsa hasta que sus pies tocan un medio círculo, todo esto en cuatro segundos.
Él entrena parkour desde los 20 años, disciplina donde la única competencia, dice, es superarse cada día.
El mundo le debe algo a Raymond Bell padre y a David Bell, el hijo: el parkour. Raymond aprendió del Método Natural de George Hébert, un instructor de educación física francés que se impresionó con la agilidad y destreza de los africanos.
Fascinado por una disciplina donde la agilidad y destreza le permitieron a su padre salvar vidas, en los 80, David lleva el Método Natural a las calles. Así surge el parkour, palabra francesa que en español significa “recorrido”.
Matías explica que el parkour consiste en conocerse asímismo para saber las fuerzas, debilidades y los límites.
Detalla que no hay requisitos para entrenar y que el parkour está en todos lados, no hay un estándar de estatura ni de complexión, ni de edad; “de hecho, desde que aprendemos a caminar iniciamos a hacer parkour”.
“Se tiene la creencia –gracias a Internet– de que solamente los movimientos acrobáticos o muy vistosos son parkour, pero no, simplemente el hecho de saltar un obstáculo, correr, eso es parkour, es nuestra forma de expresarnos corporalmente”, indica Matías.
Matías, con ocho años como entrenador, considera que esta disciplina puede ser redituable, en especial en la industria del cine de acción.