Ya sean de barro o cartón, las piñatas no deben faltar durante las fiestas de Fin de Año. Sin importar el tamaño o la forma, esta artesanía le pone un toque de color a las posadas y hasta en algunos cumpleaños.
El señor Raúl López, trabajador de Piñatas Fantasy, negocio que acredita 30 años de experiencia en el ramo, explicó que comenzaron a realizar piñatas con ollas de barro y papel de china, pero la seguridad de las personas al romper las piñatas hizo que este material se sustituyera por cartón, alambres y fibra de vidrio.
Con ello, pasaron de hacer las clásicas estrellas a unas más elaboradas, dándoles formas de princesas, superhéroes, autos y un sinfín de figuras.
Fantasy ofrece poco más de 200 modelos, pero el número va en aumento por los que que se hacen sobre pedido con los personajes de las caricaturas que se ponen de moda.
Manufactura
Las primeras piñatas se hacían con ollas de barro como base y papel china para decorar y darles formas sencillas, como las clásicas estrellas o las payasos, incluso se podían hacer de otra figuras –como las “negritas” o zanahorias–, siempre y cuando la base fuera redonda.
Con el paso de los años y para evitar que los pedazos de las ollas lastimaran a las personas, se sustituyeron por bases hechas con alambres y cubiertas con cartón; el decorado aún se hacía en papel de china.
Actualmente, en algunos lugares, como en Piñatas Fantasy, ya usan bases de fibra de vidrio para hacer el molde de las figuras, ya que con éste es posible generar varios tipos de piñatas; después, se cubren los moldes con papel y cartón, una vez que se tiene el modelo se pinta cada piñata a mano hasta conseguir el personaje deseado.
Artesanías poco valoradas
Para la realización de las piñatas, en este local trabajan cinco personas que son las encargadas de adornarlas a mano, y los artesanos que realizan los moldes desde provincia. El tiempo de elaboración de cada producto varía, pues puede durar hasta 15 días y los costos van desde los 30 pesos hasta los 800, dependiendo del tamaño, modelo y características que solicite el cliente.
A pesar del tiempo que los artesanos invierten en hacerlas y la dedicación que ponen en cada detalle al pintarlas para conseguir una bonita figura, a las personas se les hace cara y muchas veces no quieren pagar tanto por una piñata, por ello los artesanos coinciden en que su trabajo no es valorado.
Al año pueden vender entre 600 y 800 piñatas, siendo diciembre, abril y septiembre sus temporadas altas, también pueden pasar semanas sin vender una sola.
El piñatero Víctor Sanjenis considera que aunque no diario vendan sus productos, romper piñatas es una tradición que nunca se perderá, porque siempre da alegría a los niños y a los grandes.
Piñatas, una tradición mal pagada
Su elaboración se ha modernizado, pero nunca cambiará la costumbre
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