El sarape representa una indumentaria tradicional mexicana que encierra, en su elaboración, las vivencias donde se expresan las actividades de los tejedores, reflejadas a través de los diseños y motivos de su textura.
La historia de esta prenda muestra en el procesamiento del algodón y de la lana, materias primas con las que se manufactura.
Eliseo Xochitemol Peña tiene sólo 26 años de edad; de sus jóvenes manos salen sarapes y jorongos elaborados en telar de pedal y teñidos con tintes naturales.
Procedente de Contla de Juan Cuamatzi, en Tlaxcala, obtuvo el galardón presidencial en la categoría de Innovación en el Concurso Gran Premio Nacional de Arte Popular 2018, su mayor inspiración, declaró, fue su papá.
Eliseo habla de lo que ama, el tejido; sus primeros puntos fueron el “saltillo” y el rebozo, así como bordados menos complicados; con el tiempo incursionó en trabajos más elaborados, porque consideró patrones de dibujos y diseños diferentes; ya a los 20 ejercía con maestría su oficio.
Con la llegada del premio, comenta, apareció la motivación, no sólo para poner en alto el nombre de su comunidad, sino para desentrañar más secretos a los telares y transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones.
Para hacer jorongos, sarapes y otras piezas, Eliseo primero pasa la lana por un proceso de teñido; en ese sentido, detalló que de la grana cochinilla, una plaga de nopal, se extraen los tonos rojizos: primero, se ponen los insectos en un molcajete, luego, se les cuece para obtener ese color.
Una vez secas las madejas de lana, se hacen las urdimbres y luego ya vienen los tramados, que dan vida a las figuras plasmadas en las piezas; para Eliseo, el trabajo que desempeña requiere de mucha paciencia y buen ojo, por lo cual considera que aún cuando se piense lo contrario, la labor artesanal no es cara.
Eliseo se mostró confiado no sólo de su trabajo, sino del que ya desarrollan los artesanos mexicanos, porque el turismo internacional mira con interés el trabajo artesanal mexicano, por lo cual siente la necesidad de crear más diseños y enseñar lo que sabe a los más jóvenes.
La prenda existe en todo el país y es conocida como poncho, jorongo, manta, gabán, cotón, cobija y frazada; sin embargo, solamente el sarape, como tal, logró destacar a nivel internacional por sus particularidades que lo hacen único, como la figura de “diamante” al frente, que representa los amaneceres y atardeceres en el noreste de México, las flores del desierto y sus franjas de colores.
En el siglo pasado fue la prenda inseparable de peones, jinetes, charros, léperos y gente del pueblo. Estos gabanes, como también se les conoce, manufacturados en forma doméstica, contrastan con los lujosos sarapes que lucían los hacendados y los caballeros en las fiestas, tal como se describen y se pintan por artistas, viajeros nacionales y extranjeros, que no pudieron escapar al atractivo de su colorido diseño.
El sarape, equivalente masculino deI rebozo en las mujeres, sirve de abrigo, como almohadilla, cobija y cubrecama; capote improvisado en los jaripeos, gabán protector de Ia lluvia.
La belleza de la prenda ha trascendido fronteras, lo mismo que el respeto de los mexicanos por sus costumbres, mantienen al sarape vivo: como indumentaria útil y como símbolo de tradición.