El último Volkswagen sedán del mundo salió de la planta de Puebla hace ya 14 años, ayer se cumplieron, y todavía hay quien lo extraña.
Y cómo no, si era uno de los vehículos más sencillos de manejar y reparar. Por eso es que aún existen más de 120 clubes que semana a semana organizan reuniones para hablar de su pasión: el vocho.
Marcos Bureau dirige una de las revistas con más arraigo entre la comunidad amante de este auto: Vochomanía, cuando le preguntamos ¿por qué el vocho se convirtió en un modelo de culto?, responde. Estamos hablando de un vehículo que en su momento era una de las pocas opciones que había en México un auto rendidor, económico, de hecho, sigue siendo un auto rendidor, económico, muy aguantador, ideal para la familia, entonces creo que todos esos elementos se conjugaron para convertirlo en lo que es hoy, pues una leyenda realmente.
Se convirtió en uno de los modelos más vendidos en la historia de México, se produjo durante 36 años en la planta de Puebla y el amor por este vehículo pasa de generación en generación, nos dice Marcos Bureau.
El Volkswagen Tipo 1, como se llama al vocho, llegó en marzo de 1954 a México, cuando una exposición de la industria alemana, montada en el estadio olímpico de Ciudad Universitaria, presentó los modelos del escarabajo y otro clásico de Volkswagen que también todavía rueda en calles de nuestro país: la vagoneta o Combi.
Se trata de vehículos que respondieron en la Alemania de entre guerras a una economía vacilante y maltrecha y en México al surgimiento de una clase media que buscaba comodidad, poco gasto y facilidad para moverse en ciudades que crecían a pasos agigantados.
Sin embargo, aún en sus momentos de mayores ventas, era menospreciado, una broma característica de la década de los 80 y 90, era preguntar ¿Qué carro tienes, o manejas un vocho?
Sin embargo, pocos saben que al viajar en un vocho, en realidad estás sobre un modelo Porsche. El diseño del famoso escarabajo fue encargado a Ferdinand Porsche el 22 de junio de 1939 por la industria alemana del automóvil, recuerda el director de Vochomanía.