POR PATRICIA RETANA
Una de las situaciones más sensibles es mostrarnos vulnerables, en espera del resultado favorable frente a la posibilidad del cáncer de mama. Para Graciela Ríos es diferente: después de un primer y oportuno diagnostico en 2011, enfrentó un error en su segunda revisión que la llevo a una mastectomía doble.
Graciela hoy es la inspiración de la solución que ya existe a fin de que las mujeres del mundo tengamos la posibilidad de prevenir, tratar y hasta erradicar una de las principales causas de muerte. Ella es la madre de Julián Ríos Cantú, cofundador y CEO en Higia Technologies, empresa que avala EVA, su primer dispositivo de biosensores térmicos diseñado para detectar anomalías.
La idea original se transformó ante otra situación: “Hace unos meses, mi mamá se practicó un ultrasonido donde le reportan un pólipo en la matriz que posiblemente es cáncer; en México se hace una biopsia y el médico asegura que está libre. En Houston le vuelven a checar los resultados y aseguran que ni siquiera se detectó el pólipo”.
“A partir esto, nos dimos cuenta que EVA aún es un sistema ineficiente, no podemos dejar a la mujer sola a lo largo de ese camino, por ello es- tamos creando todo un ecosistema que va desde apoyo psicológico, planeación financiera a través de un catálogo de medicamentos genéricos”.
Cinco años de historia
A los 13 años, Julián era un adolescente disléxico que vivía entre ponencias sobre mecánica cuántica, astrofísica y relatividad al ser el miembro más joven de la Sociedad Astronómica del Planetario. Fue entonces que enfrentó, junto a Graciela el combate de un cáncer en fase invasiva, a pesar de que ella llevaba autoexploraciones, mamografías y terapias alternativas.
Fue así que Julián decidió abandonar la carrera de Ingeniería con el objetivo de dedicarse a su idea, pues no requiere un título para ser el pionero en campos tan nuevos.
“Ya tengo 19 años”
De enero a la fecha, han crecido de 5 a 15 colaboradores en la compañía, todos mexicanos. La mayoría son ingenieros, diseñadores industriales que trabajan de 12 a 14 horas al día en la mejora del dispositivo, principalmente en cuanto a la experiencia de usuario.
Más que desarrollo de tecnología, más que el hacer circuitería o código, mi labor consiste en allegar los recursos necesarios para que el equipo de Higia realice esta visión planteada. Crear una aplicación es sencillo, para hacerlo en medicina y lanzarlo al mercado hay que realizar modificaciones constantes, pasar por filtros que cuestan tiempo y mucho dinero.
Ríos Cantú crece en paralelo con el índice de efectividad de su invento, el cual aumentará al desarrollar el corazón del dispositivo, que es la inteligencia artificial (AI) que parte del aprendizaje, entre más datos obtenga, mejorará en cuanto a predicción.
Tenemos frente a nosotros lo que podría convertirse en el estándar de oro para detectar el cáncer de mama.