Joaquín Navarro-Valls, de 80 años e histórico portavoz del Papa Juan Pablo II, falleció hoy en su residencia romana a causa de un cáncer de páncreas que padecía desde hace tiempo, dijo a Notimex la oficina de información del Opus Dei.
Miembro numerario de esa prelatura personal del Papa, Navarro-Valls murió rodeado de sus compañeros. Sus restos serán velados a partir de este jueves 6 de julio en la sacristía de la basílica San Eugenio de la capital italiana.
Un día después, el viernes 7 a las 17:00 horas local (15:00 GMT), el vicario general del Opus Dei, Mariano Fazio, presidirá el funeral en el mismo templo.
Nacido en Cartagena (España) el 16 de noviembre de 1936, se hizo mundialmente famoso cuando se convirtió en el primer no clérigo en dirigir la Sala de Prensa del Vaticano en 1984, a petición expresa de Karol Wojtyla.
Se mantuvo en ese puesto incluso después de la muerte de Juan Pablo II, en abril de 2005. Benedicto XVI aceptó su renuncia el 11 de julio de 2006.
Con motivo de su fallecimiento, salieron a la luz algunos detalles de su vida poco conocidos. Por ejemplo que, como responsable de comunicación, debió anunciar oficialmente la muerte de dos santos: Josemaría Escrivá de Balaguer, en 1975, y Juan Pablo II, en 2005.
Antes de dedicarse a la comunicación, estudió medicina en las Universidades de Granada y Barcelona. En su juventud cultivó la pasión por el teatro, no sólo como espectador, sino sobre todo como actor.
Realizó su especialización en psiquiatría, pero también comenzó los estudios en periodismo que completó en 1968. Fue secretario de la delegación del Opus Dei en Barcelona y en los años 70 se trasladó a Roma para ayudar a Escrivá en labores de comunicación.
Tras su labor como corresponsal del diario madrileño ABC en Italia y el Mediterráneo Oriental, entre 1977 y 1984, Wojtyla lo llamó a ser su portavoz.
“Soy consciente de que tendré que rendir cuentas a Dios por la inmensa suerte de haber podido trabajar cerca de un hombre, en cuyo entorno se palpa la existencia de la gracia. Mejor dicho, se palpa en la hondura de su oración, y en las decisiones que toma como consecuencia de esa oración”, señaló en 1993.