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“Cada que me anexan, me escapo”, revela Alejandro

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Los tratamientos en los “centros de rehabilitación” resultan ineficaces


El alcohol como las drogas son un problema de salud y los más susceptibles de caer en estas adicciones son los jóvenes de entre 12 y 21 años, existen centros especializados para tratar las adicciones, no obstante, no cualquier persona puede tener acceso a un tratamiento de los ahí ofrecidos, pues son muy caros.
Hay algunas asociaciones civiles que ayudan al tratamiento de adicciones, pero aún así sus métodos no son del todo efectivos.
Alejandro “N”, joven de 17 años, dice que “la granja” (como se les conoce a dichos espacios de rehabilitación) no es solución para él. Por lo menos, mi madre me ha anexado tres veces”, reconoce.
“Caer a la granja con el padrino es bien cañón, pero sobrevivir ahí lo es aún más. No siempre eres bien visto por los otros compas cuando llegas, que son inquilinos permanentes. Así les decimos, se creen dueños del lugar y quieren imponer sus propias reglas”, revela Ale.
Y añade: “Luego, el periodo de desintoxicación está bien cabrón, la comida es mala, además de que no vas de vacaciones. Te paran muy temprano y tienes tareas y obligaciones. Por eso en cuanto me aliviano o le pido a mi mamá que me saque con la promesa de que ya me voy a portar, me libero. En el último de los casos mejor me escapo”.
Con una sonrisa dibujada en su cara, Alejandro expresa: “Le llego a la casa, aunque cuando me ven ahí casi se desmayan, me leen la cartilla y empezamos de nuevo. De la granja salgo más o menos alivianado.
“Mi problema empieza principalmente con mi familia, con mis hermanos y mi madre; cuando empiezan a molestarme diciéndome que soy un bueno para nada, un vago, un borracho ‘como mi padre’ y que si por rebeldía y coraje me salgo a la calle no falta quién me invite una chela o hasta un carrujo.
“El alcohol y las drogas son una lucha interna, por un lado te alivianan y hacen que se te olviden las broncas, pero luego cuando te da el ‘bajón’ piensas que no puedes seguir así; hay ocasiones en que no me acuerdo del desastre que hice y la neta, también eso me hace sentir mal. Busco algún trabajito, pero en cuanto me pagan también se arma la fiesta y ahí voy de nuevo.”
“Mi padre era alcohólico y en la casa pues siempre había broncas por eso. Mi madre terminó por correrlo, se desaparecía un tiempo y regresaba, hasta que un buen día ya no regresó y ya jamás volvimos a saber nada de él”, recordó Alejandro “N”.