En el marco del Día Mundial de la Tierra, que se conmemora el 22 de abril, el Gobierno del Estado de México refrendó su compromiso de transitar hacia un modelo agroecológico sostenible.
Además, se comprometió a reducir al mínimo el uso de plaguicidas y gestionar correctamente los residuos plásticos y químicos que se utilizan en la agricultura.
El cuidado del suelo y el agua son dos de los principales retos que enfrenta el campo mexiquense en materia ambiental.
Ello, debido al uso excesivo de plaguicidas y otros químicos degrada los nutrientes del suelo, contamina el agua y es nocivo para la biodiversidad.
Desde los años 70 se abandonaron los modelos de producción tradicionales que eran amigables con el ambiente, y fueron sustituidos por modelos de producción intensiva.
Es decir, grandes extensiones de tierra sembradas con una sola especie de cultivo.
Los monocultivos son más vulnerables a plagas y enfermedades, por eso se extendió el uso de plaguicidas.
El problema es que estos químicos acaban no sólo con las plagas sino con insectos y hierbas que nutren el suelo de forma natural, deficiencia que se trató de subsanar con el uso de fertilizantes químicos, creando una dependencia de los campesinos a los paquetes tecnológicos de grandes empresas.
Por ello, el modelo propuesto por la Secretaría del Campo del Estado de México propone rescatar algunas prácticas tradicionales, potenciadas con las tecnologías actuales.
Prácticas tales como la rotación de cultivos, sistemas agroforestales que permiten mantener diversos cultivos simbióticos en la misma parcela, abonos y fertilizantes orgánicos, así como sistemas para el riego eficiente, nutritivo que evite el desperdicio de agua.
Para ello es indispensable la participación de los productores, ejidos y comunidades mediante su capacitación y recuperar sus experiencias y saberes; además de nuevas leyes y normas para transitar a un modelo agroecológico.
Algunos de los cultivos con mayor potencial para las agroecología son la milpa que incluye maíz, calabaza, chile, haba y frijol en la misma parcela, así como el amaranto, un superalimento ancestral que requiere poca agua y es versátil para usos en la industria.
El 92% de productores del Estado de México producen alimentos en terrenos de hasta cinco hectáreas.
Por ello, la transición agroecología puede tener un alto impacto al favor de la tierra; la agricultura diversificada habita, incorpora y cuida los árboles y bosques.
Tan solo en esta temporada de incendios forestales 8 mil 949 voluntarios, en su mayoría campesinos, han atendido y apoyado en la defensa contra los incendios.
Con la implementación agroecología las emisiones podrían ser reducidas, recuperando la materia orgánica del suelo, situando a los mercados locales y a los alimentos frescos nuevamente en el centro del sistema alimentario.
Estos cambios y el combate a la tala clandestina y la deforestación provocarían una reducción de emisiones, los campesinos pueden enfriar al planeta.