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“Cargarse” de energía es un ritual sin fundamento

Quienes acuden 20 y 21 de marzo con la entrada de la primavera, a cargarse de energía a las zonas arqueológicas del país, reproducen una tradición que forma parte de un ritual contemporáneo esotérico, desarrollado durante las últimas décadas, pero sin fundamento prehispánico, señalan especialistas.
La modificación en los calendarios oficiales, que recorre los días festivos a los fines de semana, ha propiciado que la cantidad de personas que año con año asistían a recibir la primavera a las zonas arqueológicas disminuya considerablemente, aun así, para este miércoles, se estima que por lo menos 20 mil personas asistan a Teotihuacán, para cargarse de energía.
Connotación esotérica
Asistir vestidos de blanco, con pañuelos rojos, danzar con música prehispánica y levantar los brazos en dirección al sol, con la intención de recibir la energía positiva del astro rey, es un ritual contemporáneo que tiene una connotación esotérica, dice el arqueólogo Martín Antonio Mondragón, director del Museo de Antropología e Historia, del Centro Cultural Mexiquense de Toluca.
La creencia de la carga de energía, refiere el arqueólogo, es una cuestión que se introdujo en la cultura mesoamericana prehispánica, antes de los 70, a partir de creencias esotéricas, que se  mezclaron con la cultura prehispánica.
Recalcó que el ritual de asistir cada 21 de marzo a las pirámides, no tiene fundamento.
El equinoccio y la entrada de la primavera, explica, tienen que ver con un fenómeno astronómico, que en este año entró a las 10:15 horas, de este martes 20, el cual acontece, al darse la alineación del sol con algunos planetas y con el ecuador celeste.
En la época prehispánica, el equinoccio de primavera, no era un fenómeno observado, pero sí se sabía que llegaba un momento, que era el tiempo de preparar la tierra para la siembra, que marcaba el inicio del ciclo agrícola, el inicio de la temporada de lluvias y el fin de la temporada de secas.
Manifiesta que la ceremonia del encendido del fuego nuevo, que también se lleva a cabo cada año en esta fecha, es un ritual que sea metido en la creencia popular durante los últimos años, el cual si representa un ritual prehispánico.
Describe que en la época prehispánica el encendido del fuego nuevo se realizaba cada 52 años, al dar por concluido el ciclo calendárico, para dar inicio a uno nuevo, y se realizaba una ceremonia de renovación, como para nosotros con el cambio de siglo.
Ritual es sinónimo de esperanza
Por su parte, Cecilia Godínez Vázquez, antropóloga y académica del área de Ciencias Sociales, de la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán, de la UNAM, manifestó que este tipo de rituales en la actualidad, obedece a una herencia arraigada de la sociedad.
Con todos los problemas que se viven en el país, las personas tienen una necesidad de valerse de algo, que coadyuve a generar esperanza y a sobrellevar sus problemas y necesidades, explicó la especialista y lo encuentran a través de rituales, como ir a cargarse de energía.
Muchas personas, asisten a las pirámides el 21 de marzo, a sabiendas de que no existe evidencia científica, de que recibirán energía o de que tendrá un impacto positivo en sus personas, pero la idiosincrasia y la fe que se tienen en los rituales, hace que estos actos prevalezcan hasta nuestros días.
Reitera que el clima social que prevalece en el país, hace que las personas busquen respuestas en otros lados, y rituales que se dan en torno al equinoccio de primavera, les sirve para tranquilizar su alma, e incluso como incentivo para buscar respuestas más estructuradas.

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