Lagunas legales, falta de claridad en leyes y reglamentos, así como la corrupción, son elementos que giran en torno de la proliferación de máquinas tragamonedas, en expendios comerciales, como tiendas, papelerías y locales ex profeso para dicha actividad, los cuales operan a plena luz del día sin mayor restricción de las autoridades, manifestó Limberg Ramos García, maestro en Gobierno y Asuntos Públicos y doctorante en Administración y Políticas Públicas por la UNAM.
En el año 2016, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), en torno al reglamento de la Ley Federal de Juegos y Sorteos, determinó que las máquinas tragamonedas no son un juego de azar, sino que son un sorteo de números y símbolos por lo que su utilización es legal, ya que la utilización de dichos aparatos no implica el uso de habilidades de los participantes, motivo por el que no pueden ser considerados juegos de azar, los que sí, son prohibidos por la ley en su artículo primero.
Este señala que quedan prohibidos en todo el territorio nacional los juegos de azar y los juegos con apuestas y el artículo segundo indica que sólo podrán permitirse: El juego de ajedrez, el de damas y otros semejantes; el de dominó, de dados, de boliche, de bolos y de billar; el de pelota en todas sus formas y denominaciones; las carreras de personas, de vehículos y de animales, y en general toda clase de deportes.
Ramos García dijo que la proliferación de este tipo de máquinas se da en un contexto legal con diversas lagunas, lo que da como consecuencia que exista incertidumbre sobre el uso legal de este tipo de aparatos.
Es un tema ambiguo, con muchos intereses encontrados, pues las normas responsables de regular en materia de juegos y sorteos, suelen ser ambiguas y generales y ante dicha indefinición, quienes se ven beneficiados, son personas y grupos dedicados a esta actividad.
Explicó que el tema de juegos y sorteos tiene diferentes niveles de participación en el país, y las tragamonedas, que se encuentran en locales comerciales, principalmente ubicados en zonas populares, tienen como objetivo generar una adicción entre algunos sectores de la sociedad, por los juegos de azar.
Al crear un comportamiento de adición, a través de estas máquinas, las personas, al tener una mayor cantidad de recursos, puedan sortear su expectativa de ganar dinero, dentro de un casino más sofisticado.
Para generar esta sinergia, entre el gran negocio del casino y el casino popular, describió Ramos García, se requiere de una ley, que no esté bien reglamentada, siendo el gobierno Federal, el responsable que la ley y su reglamento no se encuentren con un fundamento sólido.
Este tema se encuentra ligado a casinos legales e ilegales y ya también se está relacionado a cuestiones de lavado de dinero.
El problema es que la autoridad pública, reglamenta con ambigüedad y con generalidades, lo que ha permitido que este negocio prolifere, con importantes dividendos económicos, para quienes desarrollan esta actividad.