El 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer, suele ser para muchos un día “especial” para felicitar a las mujeres, para unos cuantos el momento de reconocer su labor, pero para otros más, el momento de alzar la voz para exigir justicia por los crímenes de violencia que siguen quedando impunes.
“A mí me tocó reconocer el cuerpo, la reconocí por las manos, por una perforación que tenía en el ombligo, por los pies (porque yo le cortaba las uñas), ella no tenía rostro, no tenía cabello, le sacaron el corazón, el pulmón y la Fiscalía me dio una verdad histórica de burla, que fue la fauna del lugar la que le ocasionó eso”, narró Juana Pedraza, madre de Jessica Sevilla Pedraza, víctima de feminicidio en 2017.
Con impotencia clara por no alcanzar la justicia para su hija y lograr el castigo para su asesino, la señora Juana manifestó aún tener la fuerza suficiente para no desistir y no dejar que el feminicidio de su hija quede impune.
Indolencia, corrupción, violaciones a derechos humanos, falta de profesionalización, de voluntad y compromiso por parte de la autoridad, son los principales factores a los que se ha tenido que enfrentar para no ser silenciada.
Jessica Sevilla tenía 29 años, originaria de Otzolotepec, era médico general, era madre, la hermana mayor y tenía el sueño de crecer profesionalmente, estudiando la especialidad en Ginecología e instaurar junto con su tía, una clínica de especialidades.
“Era un gran ser humano, madre, hija, médico general, con actitud de ayudar a los demás, excelente hermana, siempre ayudaba a las personas. Tristemente me la asesinaron, ella quería su especialidad en ginecología y estaban por entregarle su casa, acababa de montar un consultorio junto con una prima hermana mía que era anestesióloga, acababan de abrir un consultorio, juntas tenían el proyecto de hacer una clínica de especialidades, las instalaciones ya estaban”, recordó.
Premoniciones de una madre
El 3 de agosto de 2017 pasó de ser una fecha de festejo y fiesta por el cumpleaños del papá de Jessica a ser un día triste, pues fue el último día que toda la familia le vio con vida.
“Ese día ella me dio dinero para que le hiciera mole, le comprara su pastel, refresco, para que cuando llegara conviviéramos… fue la última vez que mi esposo la vio, él trabajaba en las noches”.
Al día siguiente, el 4 de agosto, relató que Jessica salió desde temprano de su domicilio para trasladarse al Hospital Municipal de Xonacatlán “Vicente Guerrero”, lugar en donde laboraba como médico general. Ella, dijo, llegó a casa a las 13:20 horas, comió e iría de regreso al hospital para atender un par de consultas previamente agendadas, para posteriormente irse al gimnasio, pero aquella tarde todo cambió, ya no regresó a casa y comenzó su búsqueda.
“Me dijo que sólo iba a regresar al hospital para atender dos consultas y posteriormente se iría al gimnasio, su hora de llegada en la tarde noche era entre 8 y 9 de la noche, no más, ese día se fue y me dijo <<te encargo mucho al niño>>”.
Exigen Justicia
Juana comentó que se dieron cuenta que todo estaba mal por una compañera de trabajo de su hija, quien los alertó indicándoles que al hospital -la misma unidad en la que laboraba Jessica- había llegado Javier (el presunto asesino), herido de bala y expresando que se encontraba junto con Jessica cuando supuestamente los asaltaron, a él lo hirieron y a ella se la llevaron, conociendo más tarde su paradero, su cuerpo fue abandonado en Piedra Larga, perteneciente al municipio de Huixquilucan.
Él logró su alta voluntaria, salió del hospital acompañado de dos abogados parientes suyos y hoy camina libremente por las calles, pero ¿quién es Javier? era la pareja sentimental de Jessica, fue su novio durante la secundaria, se distanciaron y años más tarde retomaron su relación, a decir de su madre, llevaban escasos meses de noviazgo.
“15 o 20 días antes del suceso yo tuve un sueño muy feo, donde ella me decía que se iba a un lugar a trabajar y en mi sueño me llevaba a Naucalpan y me decía que ahí se iba a quedar, yo vi un lugar muy feo, ese día me levanté llorando y ella me dijo que no pasaba nada… yo no supe interpretar ese sueño y es algo con lo que siempre me he quedado, para mí es muy doloroso”.
Desde ese momento a la fecha, Juana Pedraza y sus hijas se suman a movilizaciones feministas para alzar la voz, exigir la actuación de las autoridades y buscando justicia por el feminicidio de su hija y el resto de las mujeres víctimas de la violencia.
“Toda esta situación te vuelve más desconfiada, vives con miedo, pero posteriormente iniciamos esta lucha, ha sido muy dolorosa la lucha, muy larga, pero no voy a quitar el dedo del renglón. Para que a mí me callen, necesitan matarme”.