Tras superar la pandemia, comerciantes y artesanos de piñatas de Cuautitlán, confían en que este año las ventas se dupliquen en relación a diciembre anterior.
Miles y miles de estos productos ya se encuentran instalados en Cuautitlán a lo largo del denominado “Kilómetro de la Piñata”, donde se ofrecen alrededor de 20 mil piezas tradicionales mexicanas.
En el kilómetro 2.5 de la carretera Cuautitlán-Melchor Ocampo, en las inmediaciones de Teyahualco y Rancho Santa Elena, se encuentra lo que desde hace años la comunidad llama “El kilómetro de la Piñata”, que tradicionalmente en diciembre registra su mejor temporada.
La colonia El Tejocote, alberga a unos 100 productores que elaboran artesanía todo el año, quienes dan trabajo a alrededor de mil personas.
La tradición piñatera de artesanos de este municipio, los llevó a la elaboración, en 2006, de la piñata más grande del mundo de 21 metros de altura, lo que quedó registrado en el Libro de Récord Guinness.
“Pese a la pandemia la tradición no se pierde, aunque nos vimos muy afectados durante los dos últimos años, seguimos trabajando, innovando como cada año”, puntualizó la productora de piñatas, María Pallares.
Con una diversidad de tamaños, colores y texturas, los productores en los talleres de piñata navideña trabajan a marchas forzadas siempre cuidando el colorido y el trabajo artesanal con la esperanza de que este mes sea el mejor que tengan, debido a que los dos años anteriores por la pandemia de Covid, la comercialización de sus productos se vio mermada.
“Durante la pandemia las fiestas y reuniones familiares se suspendieron y nuestras ventas se cayeron”, dijo.
A lo largo de un kilómetro, se pueden observar piñatas multicolores de personajes del cine y televisión, piezas elaboradas a semejanza de dibujos animados y las tradicionales de siete picos, son las que se observan al paso en la carretera Cuautitlán-Melchor Ocampo.
La tradición no se pierde, desde nuestros abuelos, padres y ahora nuestros hijos continuamos con este legado, iniciado por nuestros mayores que se dedicaban a la elaboración y venta de piñatas de olla de barro, explicó.
Con el tiempo se cambió al sustituirse el material para elaborar las piñatas, pero la tradición artesanal continúa, comentó la artesana Carmen María Pallares.
Dijo que su trabajo se registra durante todo el año, y ahora que parece que todo regresa a la normalidad, esperamos una buena recuperación económica, pues las piñatas son muy solicitadas para las fiestas de todo tipo, pero en especial la de niños.
Los precios en las piñatas se incrementaron, pues todo ha subido, pero tratamos de que sean menores.
Dio a conocer que el precio de las piñatas van desde los 20 pesos, la que le sigue en 30 y 80, al tiempo que las más caras se venden en 300 y las especiales que solicitan centros comerciales, se llegan a dar en 600 o más, de acuerdo a su tamaño.
“Como cada año, la piñata más vendida durante esta temporada de posadas son las tradicionales de siete picos que tienen que ver con los pecados capitales, ya que los picos significan los siete pecados capitales que al terminar el año se rompen para liberarse de ellos”, dijo la productora María Pallares.