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Más participación política, mayor violencia de género

La violencia política contra las mujeres es una realidad, que se ha filtrado en las cuestiones electorales, pero que afecta no sólo a quienes que aspiran a un cargo público, sino a todas aquellas que juegan algún papel dentro de la política mexicana, aseguró el antropólogo social, Edmundo Arana Estrada, de la Universidad Autónoma Metropolitana.
Conforme aumenta la participación de la mujer en la política, aumentan los actos de violencia contra ellas, así lo plantea Carolina Monroy del Mazo, aspirante a la alcaldía de Metepec, quien desde el Congreso de la Unión impulsó iniciativas en torno a erradicar la violencia política de género.
En un artículo publicado en CapitalMedia, a principios del presente año, Monroy del Mazo señaló que de 2015 a 2016, pasaron de 38 a 108 los casos denunciados, por violencia política, ante la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade), que consisten en discriminación, amenazas, lesiones, incluso homicidios, perpetrados contra funcionarias, candidatas, regidoras, alcaldesas y magistradas.
Ana María Balderas Trejo, presidenta municipal de Atizapán de Zaragoza y aspirante a reelegirse en el puesto, expresó su intención de acudir ante la Fepade, para denunciar que es víctima de acoso político y de ataques, al igual que muchas servidoras públicas.
Arana Estrada señala en México la violencia política en las mujeres se refleja en varios aspectos, como el nivel de participación de las mujeres en los partidos políticos, en los consejos locales, estatales y nacionales, así como el acceso a las candidaturas independientes, situaciones que tienen que ver con una cuestión estructural y no sólo de aspectos electorales.
La violencia política, recalca, no sólo tiene que ver con quienes se encuentran en un cargo, sino contra todas las mujeres que desempeñan un papel dentro de la política mexicana, en torno a sus actividades, logros y capacidades.
Indicó que dicho fenómeno, está presente en todo momento, pero es más visible durante los procesos electorales, ya que es cuando los políticos, dentro de sus discursos y propuestas, tienden a descalificar al adversario.
Generalmente, los candidatos recurren, cuando su adversario es una mujer, a alusiones en torno a cuestiones de género, sobre todo a estereotipos, por lo que pueden acusar a las candidatas de ser temperamentales o que no podrán estar al 100 por ciento en sus actividades, por cuestiones biológicas.
Es un problema que se tiene que atender, señaló el antropólogo, ya que estructuralmente la participación de la mujer en la política mexicana es desigual, al no tener garantizada su participación en una forma equitativa y de igualdad, e incluso, para competir dentro de los partidos políticos y de las instituciones que garantizan la participación política.
Explicó que actualmente existen dos casos visibles en los que se genera una situación de violencia política, el primero lo vive Margarita Zavala, a quien se le califica por ser la esposa del ex presidente Felipe Calderón y no por sus ideas o propuestas, y a María de Jesús Patricio Martínez “Marichuy”, a quien se le ha denostado por su condición de ser mujer e indígena, con lo que se ejerce una doble violencia.
A nivel municipal, señala, que se han dado casos donde los candidatos hombresen su publicidad han mandado a sus contrincantes femeninas a que regresen a la cocina, ya que aseguran que las mujeres no pueden tomar decisiones importantes, como estar al frente de una alcaldía.
Estas situaciones, refiere, se encuentran presentes en México, peor no son exclusivas del país, y puso como ejemplo a Donald Trump, que se dirigía de manera despectiva contra su contendiente Hillary Clinton.

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