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Mi plato es tu plato: Cocina para la reinserción en Santiaguito

Representantes de la fundación Plan B y la Secretaría de Seguridad del Estado de México (SSEM). 

Durante un mes, las participantes accederán a la Video Academia de Gastronomía Gourmet.


El penal de Santiaguito será el epicentro de un proyecto único en el país: un curso de gastronomía gourmet que busca transformar vidas. Bajo la iniciativa “Mi plato es tu plato”, 300 mujeres privadas de la libertad no solo degustarán platillos de renombrados chefs internacionales, sino que también recibirán capacitación para desarrollar habilidades culinarias de alto nivel.

El evento, impulsado por la fundación Plan B, chefs como Pablo Salas y Gerardo Vázquez Lugo, y la Secretaría de Seguridad del Estado de México (SSEM), arrancará el 4 de diciembre con una experiencia que combina sabores y esperanza.

Las internas disfrutarán de un menú excepcional que incluirá carne en su jugo, ceviche de plátano macho, tamales con pipián rosa y otros platillos emblemáticos de la cocina mexicana.

Sin embargo, el verdadero impacto va más allá de la degustación.

Durante un mes, las participantes accederán a la Video Academia de Gastronomía Gourmet, una herramienta educativa diseñada para empoderarlas y ofrecerles herramientas prácticas para su reintegración social.

“La gastronomía no solo cuenta historias, también transforma vidas”,

señaló Tatiana Ortiz Monasterio, presidenta de Plan B, quien destacó que esta formación busca fortalecer la autonomía y prevenir la reincidencia.

Los chefs también darán clases teóricas utilizando ingredientes accesibles, para que las mujeres puedan replicar las recetas al recuperar su libertad.

“Queremos que salgan con un oficio digno, capaces de poner el pan en sus mesas y reconstruir su futuro”,

enfatizó el secretario de Seguridad, Cristóbal Castañeda Camarillo.

Este esfuerzo, que además involucra a empresarios del Consejo Coordinador Empresarial, apunta a reconfigurar los centros penitenciarios como espacios de aprendizaje y desarrollo.

La gastronomía se convierte, así, en un puente entre el encierro y una nueva oportunidad, mostrando que la cocina puede ser una herramienta poderosa para la reconstrucción del tejido social.