El Estado de México es un ejemplo de la situación actual en el tema de las remesas, ya que a pesar de ser la segunda economía del país y estar recibiendo inversiones, sigue expulsando migrantes por la precariedad laboral y dado el aumento de las necesidades básicas en los hogares, comentó Esperanza Ríos Álvarez, licenciada en economía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y maestra en población por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).
En entrevista para Capital Edoméx, la especialista destacó que el Estado de México se encuentra en el noveno lugar de emigración, a pesar de ser una entidad donde la mayoría de sus municipios son urbanos.
Coacalco, Ecatepec y Neza, son los municipios con más recepción de remesas y a la vez son zonas reprimidas en cuanto a salarios.
“Siempre se pensó que la migración se daba en lugares donde no tenían oportunidades de crecimiento, rurales, pero cuando empezamos a ver que este comportamiento se da en el Estado de México, la segunda economía del país pues ya nos ponemos a pensar y reflexionar”, expresó.
Las investigaciones de campo han demostrado que las remesas que reciben las familias mexicanas, por parte de quien se encuentra en el extranjero, se destina para la compra de la canasta básica y la subsistencia de sus integrantes.
Por lo que es falso que un mayor incremento en las remesas signifique un mayor consumo de quien las recibe.
Por tal motivo, la especialista enfatizó que “el aumento en el flujo de remesas nos demuestra el problema de precariedad laboral que se vive en el país”.
Asimismo, apuntó que se debe recordar que las remesas “son el dinero que los migrantes, las personas que trabajan en Estados Unidos o en el extranjero, en su mayoría indocumentadas, envían a sus familiares aquí en México”.
Las remesas llegan directamente a la familia, pero no dinamizan el consumo, ya que son utilizadas para las necesidades básicas que no pudieron ser solventadas por la precariedad laboral que existe en México, apuntó.