Alberto Ayala
Amarillas, verdes, rojas, azules… Banderas de varios colores y tipos bailaban con el viento.
Pertenecían a la Central Cardenista Campesina, la Unión de Productores Agropecuarios, la Alianza de Tranviarios de México, así como de los padres de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa y los sindicatos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Comisión Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME).
Ni las reformas estructurales ni la recién aprobada Ley de Seguridad Interior acaparaban sus consignas; era la gestación de un movimiento social con miras a un objetivo: las próximas elecciones.
“Todas las luchas deben estar unificadas por un nuevo proyecto alternativo de Nación, no dejemos que la ultraderecha tome nuevamente las riendas”, afirmaba el sonsonete con tono de consigna por el altavoz.
Por la avenida Juárez desfilaban con su calzado de cuero y sus trajes integrantes de la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores (ASPA), grupo que encabezaba la movilización.
“La lucha no sólo se hace en la tierra, también en el mar y en el aire”, exclamaba Mario González, secretario general de ASPA.
En su paso, los marchantes saturaron avenidas como Reforma, Insurgentes y Eje Central hasta arribar al Zócalo capitalino, del cual ocuparon la mitad.
Al mismo tiempo, se desarrollaban movilizaciones simultáneas en 25 estados del país.
En un templete instalado frente a Palacio Nacional, diversos líderes llamaron a mantener la lucha y advirtieron que el 3 de marzo se volverán a reunir.
La Secretaría de Seguridad Pública capitalina manejó la cifra de seis mil asistentes, pero por lo menos la mitad de la plancha del Zócalo fue llenada con el nuevo movimiento social.
Unifican banderas en un solo reclamo
Movimientos sociales muestran el músculo
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