Arrancó el nuevo ciclo escolar, “La Maestra” regresó y hubo festejo, desde temprano el salón estaba lleno. Sus pupilos, ansiosos de volverla a ver, tomaban lugares ordenadamente, una pantalla anunciaba su nombre en letras negras. El bullicio, antes de iniciar la exposición era muy alto; cuando ella apareció, se desquició: ¡Elba, Elba, Elba!
“La Maestra” volvió. Cuando se paró en el escenario, los aplausos sonaron, no pararon. Elba Esther Gordillo tomó el micrófono: “hola, hola”, los gritos no la dejaban hablar; prefirió esperar, cruzó las manos, como esas profesoras que hacen silencio para hacerse notar. Se hizo notar, el silencio llegó.
Una mujer sobria, vestida con un traje sastre negro, ligeros accesorios, con el cabello retocado y perfectamente peinado, apareció luego de haber estado presa por cinco años, acusada de lavado de dinero y delincuencia organizada y por los cuales fue absuelta; dio cátedra, como lo hacía cuando tenía el control del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
No trastabilló en ningún momento, parecía que echó mano de la memoria, de principio a fin dio un discurso sin interrupciones, sólo los aplausos la hacían parar para recibir el cariño de aquellos que, dice, la acompañaron en un proceso judicial que se basó “en mentiras y acusaciones falsas”.
Pese a que estaba sola, por un momento, otra Elba apareció en el escenario, una imagen de ella tras las rejas, “producto de una persecución política de acoso e injusticia”, dijo la exlideresa, rematando con un “soy inocente”.
La presa desapareció y los aplausos encumbraron a la liberada.
Se acercó a un atril cerca de ella, tomó un paquete de hojas, lo levantó como un párroco al momento de levantar una hostia, mostró el acuerdo judicial que la dejó en libertad y ante sus fieles les dijo “recuperé la libertad y la reforma educativa se ha derrumbado”, las alabanzas llenaron nuevamente el recinto, ¡Elba, Elba, Elba!
“El derrumbe”, dijo, deseaba fuera el momento que marcara el futuro de su vida. Se quejó del encierro al que fue sometida, hacía pausas para acentuar el aprisionamiento, pero aseguró que de la cárcel también “aprendió y cambió”, como “cambió el país”.
La maestra no lanzó acusaciones, no dio nombres, pero enfatizó que su encarcelamiento contó un dispendio en recursos propagandísticos ante su negativa, afirmó, a aceptar “condiciones indignas” para los maestros a quienes les pidió disculpas.
“La guerrera que está en paz”, como se autodefinió, hacía suyos a los que la escuchaban. Cerraba el puño, tomaba con fuerza el pedestal del micrófono, se encarrilaba y remataba, como la oradora de aquellos viejos tiempos cuando el poder absoluto la hizo suya.
Ahora, sola en el escenario, volvía a ver a sus incondicionales, en primera fila, Rafael Ochoa, exsenador y exsecretario general del SNTE cuando Gordillo lo presidía, el mismo que afirmó que nada impide a la maestra retomar las riendas del magisterio a nivel nacional, el mismo encargado de las llamadas Redes Sociales Progresistas Magisteriales que en la elección pasada se decantaron en apoyo del hoy presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.
Desde un costado la veía su nieto, dicen que su predilecto, René Fujiwara Montelongo. La cátedra seguía, a sus 73 años, habló fluido, no bebió ni un vaso de agua, no dejó de agradecer a los maestros que la acompañaron, pero tampoco olvidó señalar a los que los “traicionaron”.
A lo lejos se escuchaban golpes en la puerta; gritos de personas que no pudieron entrar al salón, Casi opacaban el cierre de lo que parecía una clase. La exlíder alzó la voz, un shhh colectivo hizo callar los gritos de los que ya no vieron a la que encumbró Salinas de Gortari, cuando quitó a Carlos Jonquitud Barrios.
Elba regresó, con unos años más encima, con una sobriedad que dista de la opulencia que se le atribuye, volvió “sin rencores del pasado en el futuro”, pero advirtió, como lo hacía en sus años de gloria, que “defenderá a los maestros” con un “sindicato fuerte y unido”, que por el momento no domina en términos legales, pero que en palabras de su excolaborador Rafael Ochoa Reza no tiene impedimentos para recuperarlo, “si así lo decide”.
¡Elba, Elba!… El coro para “La Maestra” resucitada
Gordillo veía de reojo a René Fujiwara, el único pro AMLO en la clase
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