El telonero fue el cantante Pedro Fernández, quien hizo las delicias de las señoras, quienes, por cierto, eran mayoría en el mitin. Sin embargo, el ambiente se sentía frío, aunque ya eran casi las 10 y media de la mañana cuando apareció el dirigente nacional del partido, quien trataba de animar a sus correligionarios exhalando las bondades de ser priista.
Fue la primera señal de distancia con quienes enfrentan o habrán de enfrentar juicios. “Para no lastimar a los nuestros cuando alguien traiciona la confianza y violenta la ley, quien violenta la ley que enfrente la ley; los priistas no somos responsables de que alguien falle a la confianza de la gente”, advirtió.
Convencido de que las huestes priistas habrán de emprender un apostolado, Juárez Cisneros también elevó plegarias por esas mujeres y hombres que saldrán a darlo todo en el último trecho de la campaña, para convencer a propios y extraños, y traicionando su apellido combinó política y religión: “Que viva México, que viva José Antonio Meade Kuribreña, próximo presidente de la República, que Dios los bendiga a todos y los colme de bendiciones, hermanas y hermanos”.
Al tomar el micrófono, el candidato presidencial recordó que este 25 de junio cumple 24 años de casado y, circunstancialmente su esposa celebró ayer su santo, porque es el mero día de San Juan.
Luego se comprometió a instaurar un gobierno austero y honesto, y vino entonces la confirmación de un rompimiento con quienes han traicionado la confianza. “El que no pueda ver a los ojos al ciudadano, el que no pueda ver a los ojos a sus hijos, no tiene nada que hacer aquí, ni con nosotros”, sentenció. José Antonio Meade todavía tendrá cierres regionales en Michoacán y Coahuila, en la búsqueda del voto indeciso, el volátil y el duro del PRI.