Información de Noemí Gutiérrez
A tres años de tomar posesión Andrés Manuel López Obrador como el primer Presidente emanado de diversas facciones de izquierda en el país, el presidente llega con una aprobación del 65 por ciento de acuerdo con Consulta Mitofsky.
Desde sus primeros días de gobierno presumió que pondría en marcha la “cuarta transformación” para combatir la corrupción y atender a los más desfavorecidos.
El bono democrático le dio solvencia, pero los escándalos a su alrededor también le han afectado.
Al inicio de su gestión advertía combatiría la corrupción —su principal bandera— en la administración pública y comparó a la estructura de gobierno con un “elefante reumático” al cual se tenía que empujar.
Aunque ex funcionarios, analistas políticos e historiadores reconocen logros en la 4T, la estrategia de atender las cosas que generan la violencia aún no rinde frutos porque la inseguridad va al alza.
Incluso, lo que se espera en su discurso, a mitad del camino, es retomar la palabra y los hechos de reconciliación ante un país que se encuentra en la división profunda por la extrema polarización.
Y es que ahora con altos números de inseguridad y una sucesión presidencial adelantada, los distractores mediáticos abundan y la gestión de gobierno se diluye.
Son los tres años de un gobierno que va en búsqueda de nuevos proyectos pero con soluciones del pasado.
La lucha entre el gobierno de la cuatroté y el llamado pasado neoliberal es otra faceta que se acentuó en estos tres años de gobierno.
Hay dos bandos y la hora de la reconciliación no llega.