No podemos cerrar los ojos ante uno de los hechos más lamentables que registra la función administrativa de este país: La brutal corrupción que corroe las entrañas de nuestro sistema político. Tampoco podemos ocultar que estamos frente a la generación de gobernantes más corrupta de la historia, porque han saqueado asquerosamente los caudales públicos para utilizarlos en su beneficio personal y el de sus cómplices.
El primero en alertar lo que ocurría en Veracruz fue el auditor superior de la Federación, Juan Manuel Portal. Hace poco más de dos años señaló que el quebranto a las arcas públicas ascendía a más de 35 mil millones de pesos, y no pasó nada. Pese a los señalamientos acerca de la dudosa probidad del señor Javier Duarte de Ochoa, este siguió robando, hurtando y saqueando el patrimonio de sus gobernados porque sabía que sus cómplices lo protegerían.
Hasta ahora nadie ha podido dar con su paradero porque sigue contando con protección en las más altas esferas de Gobierno, y eso quiere decir que al cabo del tiempo posiblemente nos enteremos de su desaparición física, y no habrá ya posibilidad alguna de recuperar el patrimonio de los veracruzanos. De ocurrir así las cosas, estaremos ante el esplendor de otro acto de impunidad.
La propia Auditoría Superior de la Federación entregó a la Comisión de Vigilancia de la Cámara de Diputados el informe de fiscalización de la Cuenta Pública de 2015, y en ella se asientan observaciones por 165 mil millones de pesos por irregularidades en el gasto público, y de ese monto, cerca de 100 mil millones de pesos corresponden a la Administración Pública Federal, y 65 mil millones a las entidades federativas y los municipios en su conjunto. Dicho en otras palabras, estamos inundados de ladrones.
Cuesta decirlo, pero la verdad es que esta es la generación de políticos más cínicos y corruptos que registra la historia del país, y hasta ahora no hay detenidos porque las complicidades están enraizadas por doquier. México está podrido y no estamos haciendo nada por detener esta espiral de corrupción e impunidad. De las 270 denuncias penales que presentó la Auditoría Superior de la Federación, hasta ahora no existe un solo detenido, y eso tiene que dolernos porque es nuestro patrimonio y el de nuestros hijos.
Veracruz, Michoacán, Chiapas, Estado de México, Guerrero y Oaxaca, son las entidades federativas con mayores irregularidades. Y lo peor de todo, es que en el Gobierno Federal se puso la muestra al realizar contrataciones sin licitación en Sedatu, Sedesol, Sagarpa y Cultura, con un monto a solventar de 216 mil millones de pesos. Veracruz sigue siendo el peor caso de corrupción en la historia de este país y la impunidad el peor de los flagelos. Bien decía José López Portillo: “La corrupción somos todos”. Al tiempo.
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