1 .- La ausencia de principios de política exterior hacia EU y el juego político del canciller designado, Marcelo Ebrard, mostraron que el presidente Donald Trump tiene un juego estratégico contra México y México no.
Luego de haber enviado a su secretario de Estado Mike Pompeo y de cartearse con el candidato ganador de las elecciones presidenciales mexicanas, Trump dio un tuitazo el martes 31 para volver a refrendar que su agenda con México se reduce a la construcción del muro.
Esa declaración de Trump sólo pudo arrancarle al candidato ganador López Obrador un ingenuo “amor y paz”, cuando en realidad exigía un pronunciamiento radical del tamaño del muro que, contra viento y marea, Trump está construyendo.
En el intercambio de mensajes TrumpAMLO brilló por su ausencia el canciller designado Ebrard, ya fuera porque no quiso meterse en una crisis que no está manejando o porque López Obrador no quiere que nadie le quite el control de los hilos del poder. Por lo menos el presidente emérito Peña Nieto siempre contesta con energía que México no apoya ni paga el muro y se confronta con Trump.
El incidente sobre el muro diluyó el contenido de las cartas AMLO-Trump y demostró que las relaciones México-EU se mueven en un escenario de seguridad nacional y no de falsas declaraciones de amistad. El candidato ganador López Obrador perdió la oportunidad de poner un dique de contención a Trump en el tema del muro, porque el infantil “amor y paz” fue decepcionante para la comunidad internacional.
2.- La primera victoria de Manuel Bartlett Díaz no fue su nombramiento como director de la Comisión Federal de Electricidad, sino la sumisión patética de Manuel Clouthier Carrillo y Tatiana Clouthier, hijos del candidato panista en 1988 Manuel J. Clouthier.
Tatiana, subsecretaria de Gobernación designada por el candidato triunfador, sólo dijo que “había mejores opciones” y tuvo que tragarse el orgullo de los Clouthier.
El caso de Manuel Clouthier Carrillo fue peor: en su twitter primero se refirió a Bartlett como “pinche viejo decrépito”, afirmó que “tanto que chingó a mi padre, a la democracia y al país”, y se quejó que “ahora no puedo chingarlo porque se enojan los chairos”. Pero dieciocho minutos después dobló las manos y reculó: “ya, ya, pues. Me sumo al llamado de AMLO al perdón y a la reconciliación nacional… perdonemos a Bartlett ya que tiene derecho a una segunda oportunidad”.
En horas, la figura política de Manuel J. Clouthier, el héroe de la democracia, cayó en desgracia por el interés de sus hijos de mantener cargos públicos en el nuevo gobierno de López Obrador. Al perdonar a Bartlett por su papel en la caída del sistema de cómputo en julio de 1988, los hijos de Clouthier enterraron a su padre con el epitafio de Bartlett.
El asunto es muy serio, porque la estatua de Clouthier en Insurgentes Sur carece de sentido, debido a que los Clouthier hijos perdonaron al Bartlett que lo trampeó en las elecciones de 1988 y que era secretario de Educación en 1989, cuando Manuel J. pereció en un extraño accidente.
Los Clouthier le lavaron la cara políticoelectoral a Bartlett por el fraude de 1988, condenando a su padre al olvido de la historia.
Política para dummies: La política es la bofetada de la realidad.
Si yo fuera Maquiavelo: “Si un conspirador está por lo común rodeado de peligros antes de consumar el hecho, lo estará aún más después de ejecutado, porque no encontrará amparo en ninguna parte”.
AMLO mes 1: Trump, Bartlett y la tercera muerte de Clouthier
La primera victoria de Manuel Bartlett Díaz no fue su nombramiento como director de la Comisión Federal de Electricidad, sino la sumisión patética de Manuel Clouthier Carrillo y Tatiana Clouthier
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