Por: Carlos Ramírez
A partir de su condición de profeta al que todos le creen lo que dice – sea o no verdad–, Andrés Manuel López Obrador ha comenzado a construir un proyecto político que lo mismo incluye a los grupos anti sistema, anti Estado y anti establishment, que a representantes clásicos de esas tres formas de expresión del viejo PRI.
El mazacote de residuos políticos que representa Morena está formado con salinistas, zedillistas, cardenistas y poscardenistas, alemanistas, echeverristas y no pocos peñistas. En este sentido, la intención del proyecto nacional de López Obrador –como lo revelan sus dos libros engañabobos– no es otro que el de restaurar el proyecto nacional del PRI cardenistaalemanista-echeverrista.
Los que le siguen la pista a López Obrador han registrado un hecho significativo: hace tiempo que excluyó de su discurso político el concepto de izquierda, dejando entrever que su propuesta de gobierno nada tiene que ver con la izquierda perredista, ebrardista y desde luego con la vieja izquierda socialistamarxista-comunista que fue el origen del PRD cuando el Partido Comunista Mexicano, convertido en cenizas, le regaló el registro del PCM a los priistas de Cuauhtémoc Cárdenas.
Si a algún modelo político se parece el proyecto de nación de López Obrador es al proyecto ideológico izquierdista-priista de Vicente Lombardo Toledano: la alianza trabajadores-burguesía nacionalista – cualquier cosa que esto signifique– para sacar al país del atolladero ante el acoso –entonces y ahora– del imperio estadounidense. Esa alianza se sometería a la voluntad del caudillo conciliador, esencia de todos los intereses nacionales.
En este sentido, López Obrador no es un rupturista, aunque a veces lleve al país a la orilla del colapso del acuerdo constitucional, pero siempre se regresa en los hechos aunque mantenga su discurso agresivo; su ideal es convertirse en el conciliador de todas las clases para conducir a la nación hacia el paraíso utópico: empresarios, trabajadores, medios, marginados.
Ellombardismo de López Obrador no es nuevo. En junio de 1996 Heberto Castillo denunció que López Obrador estaba llevando al PRD al “lombardismo” porque como candidato a la presidencia del PRD el tabasqueño salió en defensa de Zedillo y pidió “la unidad en torno al presidente” por supuestas presiones más mediáticas que reales de intentar deponer a Zedillo.
Las presiones de la renuncia presidencial de Zedillo se acreditaron a Carlos Salinas de Gortari vía Jorge G. Castañeda.
La coalición de clases, grupos y corrientes que está construyendo López Obrador en Morena tiene la intención de reconstruir el viejo modelo coalicionista del PRI alemanistaecheverrista, pero con la intención final de restaurar el PRI nacionalista-antiimperialistapopulista bajo el dominio del Estado del periodo Alemán-López Portillo. Para ello, López Obrador depende de concitar dentro de Morena a los grupos anti sistema, anti Estado y anti establishment que le apuestan a la ruptura. Lombardo proponía un frente nacional burguesía-proletariado ante el acoso de EU.
Por ello la incorporación del zedillista Esteban Moctezuma, junto ahora al clásico priista Manuel Bartlett Díaz y a los empresarios salinistas aglutinados por el salinistaAlfonso Romo. El modelo conciliador es el del pactismo populista instaurado por Luis Echeverría en mayo de 1971 en la Comisión Nacional Tripartitita y el pactismo neoliberal de Salinas de Gortari, los dos como formas de reconstruir el dominio del Estado sobre las clases, el viejo Estado autoritario y antidemocrático.
En este sentido, Morena sería la reencarnación y restauración del viejo PRI, bajo el mando del nuevo caudillo neo-retro obregonista.
Política para dummies: La política es el arte, el talento y la habilidad para decir una cosa y representar otra.