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Opinion

AMLO quiere debilitar al Ejército y favorecer al crimen organizado

Como ha ocurrido en sus candidaturas anteriores, Andrés Manuel López Obrador ha perdido no sólo puntos electorales, sino apoyos por su incapacidad para pensar antes de hablar. Sus ataques al Ejército fueron, obviamente, aprovechados por sus adversarios, y ahora el candidato presidencial único de Morena se dice víctima de un “compló”.
El problema no reside en pedir que el Presidente de la República se serene. La insensibilidad política de López Obrador radicó no en el hecho de airear sus verdaderas agendas de resentimientos de sus años antisistémicos y de movilizaciones contra las instituciones, sino en que ha sido incapaz de leer los escenarios de la coyuntura porque está acostumbrado a poner agenda a capricho.
López Obrador cometió uno de sus peores errores estratégicos o a lo mejor definió sus prioridades: atacó al Ejército cuando se discute la Ley de Seguridad Interior y el papel de las Fuerzas Armadas como última línea de defensa del Estado contra la ofensiva del crimen organizado transnacional. En los hechos, López Obrador contribuye a debilitar a las Fuerzas Armadas en su tarea de seguridad nacional y beneficia a los grupos criminales.
En este contexto, una de las respuestas que debió preocupar a López Obrador fue la de Miguel Ángel Godínez García, hijo del fallecido general Miguel Ángel Godínez Bravo, uno de los militares más respetados del país. En un artículo publicado el sábado 25 de marzo en Excélsior, Godínez García tocó el punto de relaciones del tabasqueño con el crimen organizado –contexto de sus ataques contra militares–: su apoyo en el ascenso de José Luis Abarca, el alcalde de Iguala que aparece como el responsable directo del secuestro y entrega a narcos de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Escribió:
“AMLO dice tener simpatía y afecto por los soldados, pero su discurso es falaz, porque los acusa de represores y violadores de los derechos humanos. Para éste, los militares son los malos, están en contra del pueblo, los sicarios son buenos y no deben ser combatidos con letalidad.
“Es un hecho que no siente ningún aprecio ni respeto por las Fuerzas Armadas; su animadversión lo traiciona y lo pone contra la pared”. Los datos más interesantes del texto de Godínez García se basan en la articulación de las acciones de López Obrador y su operador Federico Arreola a partir de la alianza estratégica de Televisa con el tabasqueño y Morena por la compra de acciones del sitio SDP por la empresa de Emilio Azcárraga Jean. En los hechos, Televisa apoya la línea editorial de SDP como accionista y, por tanto, avala los ataques lopezobradoristas desde ese sitio web contra los militares.
López Obrador ya se arrepintió de sus acusaciones contra el Ejército, pero en lugar de aceptarlo, ofrecer una disculpa y definir su verdadera política militar y de seguridad interior ante el narco, lo que hace es eludir responsabilidades políticas y cómicamente pedirle al Presidente “que se serene”. El problema, en realidad, radica en el hecho de que López Obrador sí tiene un resentimiento antisistémico contra los militares y sobre todo carece de autocontrol para no hablar de más en temas delicados.
El Ejército sí se molestó con López Obrador por la sencilla razón de que es un Ejército institucional, ha trabajado institucionalmente con el PAN en la Presidencia y con el PRD lopezobradorista en el DF y no se merecía el dardo envenenado de acusaciones de represión de quien aspira a ser el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas.
Política para dummies: La política es la facilidad para saber hablar, pero no el arte de saber callar.

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