Por: Carlos Ramírez
Ahora es Lino Korrodi, fundador de “Amigos de Fox”, metido en acusaciones de tráfico de influencias para conseguir dinero al candidato panista, quien se alió a Morena y se abrazó con López Obrador, como antes fueron Manuel Bartlett Díaz, el zedillista Esteban Moctezuma Barragán y otros representantes de la élite del viejo régimen priista populista-salinista.
Lo significativo del caso Korrodi ya purificado por López Obrador no radica sólo en que jalaría a Morena a empresarios foxistas, sino el hecho significativo que los empresarios comprometidos con el modelo actual de desarrollo –salinista, neoliberal, globalizado, antisocial– descubrieron que López Obrador y Morena representan la continuidad del proyecto priista-salinista-empresarial de nación.
Y existe otro dato fino de interpretación política: el establishment del viejo régimen priista-panista ha comenzado a definir el contenido del programa de gobierno de López Obrador.
Ello daría el mensaje de que López Obrador se estaría saliendo del populismo presupuestalista y asistencialista para entrar de lleno al modelo globalizador y de política estabilizadora impuesta por Salinas de Gortari y mantenida por el PAN y por el equipo económico de Peña Nieto.
En este sentido, López Obrador ya borró la diferenciación de modelos, proyectos y propuestas, y decidió explorar un camino mixto: la ideología del mercado de la política estabilizadora macroeconómica mezclada con el populismo asistencialista basado en programas de atención a sectores detectados como votantes. El problema es que la técnica económica no explica el cómo: la atención a marginados con programas sociales exige un aumento consistente en el gasto público por la vía de los impuestos, pero las élites empresariales incorporadas a Morena por el empresario salinista Alfonso Romo de ninguna manera aceptarían alzas en los impuestos.
En todo caso, López Obrador ha echado mano a la vieja táctica priista de engañar a los aliados sólo para alcanzar el poder y después abandonarlos en las decisiones desde el poder.
Además, López Obrador ha decidido soslayar la ética del poder y perdonar a los mafiosos del PRI y del PAN con tal de vender la foto de abrazos como el que le dio a Korrodi o aparecer al lado del Bartlett Díaz que pareció confesar que sí hubo fraude electoral en 1988. El problema es mayor cuando la elección de 1988 que operó fraudulentamente Bartlett como secretario de Gobernación no sólo fue la presidencial, sino la de Tabasco del 9 de noviembre de 1988 que le reconoció a López Obrador como candidato frentista apenas 20 por ciento de los votos, operada también por Bartlett Díaz como secretario y ya amarrado como secretario de Educación Pública del gobierno de Salinas de Gortari al que había entronizado con el fraude de julio.
Y peor aún: Esteban Moctezuma Barragán anduvo por las mismas. Las elecciones tabasqueñas del 20 de noviembre de 1994 tuvieron el aval del presidente electo Zedillo y su principal operador Moctezuma, quien sería un fugaz secretario de Gobernación zedillista. Pero cuentan en los pasillos del poder que de Gobernación de Moctezuma le filtraron a López Obrador las cajas con documentos del gasto de campaña de Roberto Madrazo.
El asunto es que Morena ha servido para pagar favores del poder, pero también para construir una nueva élite política con los resabios del pasado priista para construir a la nueva mafia en el poder. Y resabios en las tres acepciones de la Academia: sabor desagradable, vicio o mala costumbre y desagrado moral.
Política para dummies: La política es la facultad, elevada a la altura del arte, para engañar a los demás.
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