Por: Carlos Ramírez
En una paráfrasis del teórico de los juegos de poder Clausewitz, puede decirse que la crisis en Cataluña se resume en la afirmación de que “la política es la guerra por otros medios”. Y en materia de tácticas y estrategias, la política como guerra suele ser más letal que la guerra como política.
Hoy jueves, el bloque rey-Partido Popular-Partido Socialistadarán el golpe final contra los independentistas republicanos.
El fondo del conflicto radica en la disputa de la forma de gobierno: realeza o república. El contexto está claro: la restauración del franquismo que dejó Franco antes de morir, con un rey que juró las leyes franquistas del movimiento nacional, un bipartidismo monárquico que instauró la transición de 1976-1978, con un partido socialista funcional a la corona y sus intereses conservadores y la dominación de Alianza Popular como partido franquista en 1976 y transformado en Partido Popular –el de Mariano Rajoy– en 1989.
Esta estructura política franquista es la base del posfranquismo. La transición democrática de 1978 fue posible porque la aprobó el rey Juan Carlos I, impuesto por Franco, la operó el presidente Adolfo Suárez que llegó a la presidencia procedente de la Secretaría General del Movimiento como falange franquista y la izquierda –Partido Socialista y Partido Comunista– avaló esa democracia monárquica posfranquista.
El modelo duró hasta el 15 de marzo de 2011 cuando estalló en España el Movimiento Juvenil de los Indignados. La mera protesta contra el orden político posfranquista –bipartidismo PP-PSOE– rompió el equilibrio porque provocó el surgimiento de dos fuerzas partidistas nuevas: una que estaba desde 2006 pero marginada (Ciudadanos, de centro-derecha) y otra que surgió desde la izquierda socialista universitaria (Podemos). Ciudadanos se metió a la institucionalidad posfranquista al aliarse en el Parlamento con el Partido Popular y Podemos se alió a Izquierda Unida o Partido Comunista de España.
El juego de poder de Rajoy ante la autodeclarada independencia de Cataluña y su asunción como República busca refrendar el orden posfranquista: la monarquía conservadora. Sin reconocer que cuando menos la mitad de los catalanes quiere independencia y República, Rajoy logró el apoyo de Ciudadanos y el PSOE para aplicar el artículo 155 que implica la disolución de los poderes en Cataluña, el encarcelamiento de líderes independentistas y la imposición vía la Guardia Civil del posfranquismo.
Referida a la práctica política mexicana, Rajoy se comporta como el Díaz Ordaz de la segunda mitad de los años 60: quiere acusar a los independentistas de Cataluña de disolución socialy aplicar el modelo de “desaparición de poderes” para que el poder central tome al gobierno local.
El PSOE y Ciudadanos quedaron como comparsas útiles del juego posfranquista de Rajoy. Después de la macaniza de la Guardia Civil a catalanes el 1 de octubre, el PSOE publicó un tuit diciendo que la ley se había aplicado, lo que fue un aval a la represión. Las imágenes en video muestran a la policía actuando como granaderos mexicanos en el 68.
La intención final de la estrategia de Rajoy la analiza con profundidad el escritor socialista Santiago Alba Rico en http://bit.ly/2x6mbdn: “la restauración consensuada y sin resistencias” del franquismo anterior a 1978, sólo que ahora con el papel activo del PSOE monárquico gobernando como bipartidismo con el PP franquista.
Cataluña fijará de nuevo el futuro posfranquista de España por otros 40 años reprimiendo con macanas la propuesta republicana.
Política para dummies: La política es la realidad que subyace debajo de la apariencia.
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Cataluña: izquierda restaura franquismo anterior a transición
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