La tradición en nuestro país para celebrar a los profesores de carrera o maestros de enseñanza, se ha convertido en una oportunidad para expresar las inconformidades o exigir algún beneficio más, lo cual no me parece injusto ni fuera de lugar, lo que sí creo, es que habrá que preguntarnos, quiénes merecen y se han ganado estas prerrogativas, vale la pena ver en manos de quién están los futuros mexicanos.
Desde 1921 cuando se crea la SEP, en México, se hace un ejercicio de análisis respecto del perfil del educador, los maestros surgen como una gran arma de combate a la ignorancia en el país y se convierten de sí, en un símbolo de autoridad, se muestran como paladines de la generosidad y desprendimiento, sus vidas se mezclan naturalmente en las vidas de la gente por generaciones y generaciones, son cronistas de la vida cotidiana de los pueblos y constructores de sociedades nuevas, nunca pierden la esperanza y el sueño de su México lo forman en las aulas, o en cualquier techo que los proteja, ahí se genera la magia de un educador cuando estos elementos, alumnos, maestros y clases, fabrican la alquimia del saber, del conocimiento, ahí se inician los anhelos del alumnado y del futuro de una patria.
La historia nos cuenta, la labor de aquellos maestros rurales que tenían una vocación férrea, inflexible, pastoral, donde su vida era la vida de su escuela, cómo no recordar aquella película de “Simitrio “ con la espléndida actuación de José Elías Moreno, que despierta sencillamente el respeto y veneración a quienes como él comprenden que su papel como educadores va más allá de un trabajo, la enseñanza no es solo la clase o la transmisión del conocimiento, el maestro es visión y proyecto de nación, es la configuración del ciudadano, el constructor de comunidad, el maestro era sobre todo, ejemplo inmaculado.
Los tiempos cambian y aquellos maestros son un concepto casi extinto, gran parte de nuestros problemas nacionales tienen de cierta manera su origen ahí, en el olvido o distorsión de la profesión y su vocación innata.
Que esta celebración traiga consigo nuevas generaciones de servidores de la educación, capaces de transformar a México desde sus raíces y no desde la ocurrencia o improvisación de un proyecto personal y político como el que estamos viviendo. Felicidades a quienes son maestros en su vida, porque enseñan con la transparente virtud de sus propios sueños.