Capital Estado de México

Opinion

#Columna7 La marcha de AMLO

Jorge Álvarez Colín

¡Soberbia! si así fue la marcha del domingo, todos sabíamos que sería soberbia, no por su tamaño si no por la actitud de la mayoría de sus participantes, empezando por el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien, cumpliendo su antojo y amenaza, movilizó cientos de miles de personas en un acto de vanagloria y despótica autocomplacencia.

Incontables los artículos, las columnas y notas referentes a la marcha, sin embargo, veo varias vertientes para el análisis; 1, los motivos, 2, los organizadores y 3 los costos. En cuanto al primero, sabemos que las razones fueron surgiendo poco a poco durante dos semanas en las que las preguntas incómodas, los cuestionamientos, las cifras, las opiniones y los actos de apoyo a posteriori, se convirtieron en una amenaza para el presidente, vio retada su popularidad y ante su narcisismo no pudo más que lanzar una advertencia a quienes osaron manifestarse de manera espontánea, voluntaria y libre, con una bandera muy clara a diferencia de esta otra marcha, que pobremente sólo encontró cobijo en el pretexto de celebrar 4 años de su transformación fallida. Este calificativo no responde a la apreciación personal sino a los datos cuantitativos y cualitativos del gobierno de Morena, esos datos, que no son “otros” más que el reflejo de la realidad del país.

Los organizadores, actores principales de Morena y cercanos a AMLO estuvieron a la caza de los reflectores para mostrar el cumplimiento de sus tareas y salvaguardar sus cabezas. Las corcholatas se mostraron empáticos(as) y accesibles tal y como mandan los cánones políticos, sin escatimar en nada absolutamente, fue el botón de muestra para la elección futura. 

Finalmente será especulativo saber cuánto costó esta celebración del presidente, el capricho de las vísceras de AMLO, es el precio que pagamos los mexicanos por haberse empoderado y mostrado el crecimiento de la conciencia democrática y participativa de la sociedad, esto fue lo que en realidad despertó su enojo, cólera y arrogancia que lo volverán cada vez más soberbio y altanero.

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