San Miguel Totolapan sin duda conocido mundialmente, lástima que sea por los hechos sangrientos que ahí ocurrieron, el salvajismo y vileza con la que ocurrieron son escalofriantes y desde luego, que el impacto de la noticia nos lleva a reflexionar, sí tendremos que acostumbrarnos a vivir con este grado de violencia.
En el análisis se ven involucrados varios actores, primero los victimarios, gente adiestrada para arriesgar todo por cumplir una orden que lleva de por medio su propia vida, personas que reciben recursos y que al final les queda una fama, un orgullo o una presunción de ser temidos, segundo las víctimas, personas que jugaban un papel de autoridad, pero que en realidad eran quienes momentáneamente ostentaban el poder público en el municipio, motivo también de disputa y rivalidad, tercero, la autoridad, que a nivel local coincidentemente los victimados, pero, ¿y la autoridad estatal y la federal?, y cuarto, la población, en ese orden de ideas, es evidente que la lucha por territorios productivos y redituables en negocios ilícitos, provoca rivalidades tan antagónicas que rayan en la brutalidad, ojalá y estas guerras se desarrollaran lejos de la cotidianidad de quienes buscan vivir pacíficamente.
Es lógico que la autoridad y la inteligencia de la misma están enterados y tienen conocimiento, esto quedó evidenciado en la información jaqueada a la Sedena, la pregunta que nos hacemos es, ¿cuándo actuará? o ¿tiene algún interés o miedo? tal vez esté coludida, la respuesta cualquiera que sea es triste y provoca temor, la realidad es evidente, que el sometimiento a la autoridad rompe con el estado de derecho y es grave, pues se ven fenómenos raros e inauditos como pagar por vivir en su propia casa y según el número de personas que la habiten, extorsión, por desarrollar una actividad productiva o comercial, pagar tributo por estar en paz o protegido, dejar hacer, dejar pasar, sólo mirar y resignarte a que la única alternativa de solución o mitigación, es acostumbrarse a vivir con temor y a esta violencia.