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Corte de caja 4: Políticos, el gran fracaso

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Los políticos, los que administran nuestro descontento, los que generan nuestra frustración.


Cuesta reconocerlo, pero los políticos, los que administran nuestro descontento, los que generan nuestra frustración y los que minan nuestra esperanza están hechos de la misma sangre y de la misma carne que usted y yo.

No son cuerpos extraños, ni anormalidades traídas por el viento de la corrupción o de la impunidad. Puesto que nacen como nosotros, juegan como nosotros, estudian como nosotros, aman como nosotros y son un soldado más que la patria le dio –como dice nuestro Himno– a la República Mexicana.

Sin embargo, los políticos en su conjunto sin distinción de partidos, ya han perdido la batalla frente al futuro. Y es que, ahora son percibidos como aquellos que forman parte del problema y no de la solución.

México y los mexicanos hemos llegado al límite de nuestra capacidad para soportar tanta inseguridad y tanta insensibilidad social.

Y ahora por si no fuera poco con la destrucción de las instituciones, los políticos se han puesto a jugar para ganar media hora de gloria, con la estabilidad emocional de la nación en torno a la credibilidad que merecen los distintos órganos del gobierno de la República.

En nuestro país desde los tiempos del tlatoani, la figura del presidente ha sido fundamental, pero al mismo tiempo el Estado Federal ha resultado imperfecto.

En ese sentido, el gobierno de México que se constituye con los estados ha cargado con una serie de escándalos que no sólo destruyen el pacto federal, sino que liquidan la creencia popular en la organización del gobierno.

Actualmente, no conozco a nadie que esté contento con esta situación, sin embargo, es muy poca la gente que se ha puesto en marcha para generar un cambio.

Vivimos una gran decepción colectiva y en este corte de caja es necesario saber que ya no volverá el guiño amable del Presidente a su sucesor, ya que estamos en otro tiempo y las reglas han cambiado.

Muchos sostienen que la política moderna es tecnología y rencor. Aunque yo prefiero tomar nota y darme cuenta de que la política moderna al final del día se sustenta en la indiferencia, en la falta de ilusión y en el escaso compromiso de muchos frente al activismo de pocos.

Ahora elegir a uno entre ellos es muy difícil, y elegir a uno entre nosotros es casi imposible, porque siempre nos quedamos en el grito y no pasamos a la acción.

Entonces, ¿qué hacer? como se preguntó Lenin. Primero saber que hemos llegado al final de una época.

Después convocar a la sociedad. Y finalmente asumir que el problema no sólo es del PRI, del PAN o del PRD, sino del conjunto de la clase política y del fenómeno de envenenamiento social colectivo al que nos han condenado.