Terminamos el corte de caja. Y aunque algunos lectores lo consideraron trágico y brutal, no debemos olvidar que como dice Serrat: “nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.

 Y es que, en efecto vivimos en un baño de sangre. Porque es verdad que los políticos nos estafaron y estamos socialmente estresados. Y porque además somos un país con una larga historia de supervivencia basada en sus propias armas.

Sin embargo, en este cierre del corte de caja quiero frenar un instante y pensar en la hora del mañana.

 En este momento la construcción del futuro no llegará en forma de abrazopresidencial. Y además el juego desgastado, prostituido y desacreditado de los partidos políticos sólo nos pondrá a elegir entre lo menos malo para tener la posibilidad de diseñar el porvenir.

Ahora es necesario saber que en México hay 2.1 millones de personas sin empleo, de las cuales 976 mil (46%) son jóvenes egresados de la universidad que siguen en la búsqueda de un mañana. En una situación en la que además 22.1 por ciento de los jóvenes entre 15 y 29 años en nuestro país son “ninis”.

 En ese sentido, este corte de caja podría empezar por darle voz a los dueños del futuro y ellos son, sin lugar a dudas, los niños y los jóvenes. Aunque esto se debe asumir con seriedad y no sólo de dientes para afuera, porque una cosa es tener juventud desde los partidos y otra muy diferente es incorporar e involucrar realmente a los jóvenes.

 La hora del mañana comienza invirtiendo la pirámide de la decisión, ya que todos los que tuvimos la oportunidad no supimos, no pudimos o en muchas ocasiones tuvimos otros intereses.

A partir de aquí hay que tener la capacidad y la fuerza para saber por dónde empezar. Y la hora del mañana empieza por preguntarle a aquellos que heredarán este desastre al que todos hemos contribuido, ¿qué harán con las malas cuentas que les vamos  a entregar?

 Porque ya no sirve de nada preguntarnos entre nosotros y contestarnos entre nosotros, ya que ahora todos somos un eco y lo que necesitamos es encontrar voces frescas que tengan la capacidad y la formación para construir un mundo mejor.

 La hora del mañana empieza hoy. Y empieza por saber primero que llegó el momento del relevo. Segundo, por asumir que el futuro ya no se construirá sólo con palmaditas en la espalda de presidentes a presidenciables. Y tercero, porque es momento de abrir la puerta para que la sangre nueva haga lo que en algún momento nosotros hicimos en nuestro país y pueda ejercer hasta el final su derecho a la equivocación.