Después del atribulado espectáculo circense que los personajes de la política mexicana nos obsequiaron en el reciente debate, no cabe duda alguna que estamos en peligro como país y como sociedad.
De verdad, creo que es preocupante nuestra triste realidad política, tanto insisten en debatir y tantas veces que ha dejado de ser interesante para la ciudadanía, se ha perdido el sentido de esta actividad pública por parte de los candidatos y los organizadores.
La conducción, los moderadores, los ponentes y los temas son poco atractivos, se han convertido en plataformas para relajar el protocolo debido, sustituyéndolo por faltas de respeto entre los asistentes, sarcasmos y pitorreos que nada tienen de cómicos.
Vengo exhortando en comentarios anteriores que fomentemos el voto en las nuevas generaciones, que los adultos no sean apáticos y elijan un representante el primero de julio.
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