Cuando de inventos se habla o escribe es común que el comentario aluda a la persona que tuvo el genio o perspicacia de crear un nuevo producto o servicio, que de alguna manera transformó la vida de millones de personas.
El jueves pasado, con motivo del Día Internacional de la Mujer, realicé un sondeo por medio del cual solicité a varias personas que me mencionaran el nombre de algún inventor que recordaran. En todos los casos las respuestas, provenientes tanto de hombres como de mujeres, se refirieron a inventores y nunca a inventoras.
No debe sorprendernos lo anterior.
Nuestra civilización minimiza los logros de mujeres brillantes y creativas que inventaron algo, que de alguna manera transformó nuestras vidas, generalmente para mejorarlas.
Por ejemplo, nunca le di importancia a los limpiaparabrisas que enciendo en mi coche cada vez que llueve. Este genial invento fue producto del ingenio de una mujer llamada Mary Anderson, quien en 1903 patentó una espátula, operada por una manivela desde el interior de un vehículo, para retirar la nieve que se acumulaba sobre el parabrisas e impedía que el conductor viera el camino que tenía enfrente. Se le ocurrió al ver cómo en la ciudad de Nueva York, en el invierno de 1902, los conductores detenían sus coches y se bajaban para retirar manualmente la nieve, interrumpiendo el tráfico vehicular.
Tampoco imaginé que una de las actrices más bellas durante los años 40 y 50, la austriaca Hedy Lamarr (1914- 2000), fuera la inventora de un sistema de modulación de señales en espectro expandido que se utilizó durante la Segunda Guerra Mundial para que las Fuerzas Armadas estadounidenses construyeran torpedos teledirigidos por radio que no pudieran detectar los enemigos. El invento de esta genial mujer es hoy visto como el precursor del sistema WiFi que permite la interconexión inalámbrica de la mayoría de los dispositivos electrónicos modernos que tenemos a nuestro alcance.
Un invento que transformó para bien la vida de quienes gustamos de beber una buena taza de café es el filtro de papel que se utiliza en casi todas las marcas de cafeteras. Este filtro es producto de la mente de la alemana Melitta Bentz, quien en 1908, harta de beber tazas de café amargo en el que flotaba café molido, decidió hacer algo al respecto. Melitta perforó agujeros en el fondo de una taza de latón, la forro con papel y así inventó el filtro que luego patentó y usó como producto base para arrancar su propia empresa que hoy perdura bajo el nombre de Melitta Group.
El número de inventos creados por mujeres es sorprendente. Una somera investigación vía Google lo demuestra.
Hasta la memoria de estas geniales mujeres ha sido víctima de la discriminación.
Discriminación contra inventoras
Recientes
Lo más visto