Con las reglas y “candados” puestos por el PRI, PAN y PRD para definir candidato presidencial por parte del Frente Amplio por México, las aspiraciones presidenciales, de José Ángel Gurría, se escurren. Para sacudirse la imagen de “hombre del viejo sistema político-financiero” optó por romper cualquier viso de militancia con el Revolucionario Institucional, a pesar de 33 años al servicio de gobiernos priistas.
En más de 60 días de una elección primaria, inédita en México, el exdirector de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, carece de arrastre y raíces políticas en el país para cumplir con las firmas solicitadas. Los requisitos para estar dentro del proceso de selección están alejados de su forma de hacer política y proselitismo. Ni es militante ni tiene el perfil para una candidatura independiente. Sus logros en materia económica, son triunfos del pasado vinculados al PRI. Aunque al mismo tiempo, su pasado lo jala a ese polo del espectro político. Si se suman los 18 años fuera del contexto de la política mexicana al ser en ese periodo, el mandamás de la OCDE, Gurría reduce su campo de acción. Así las posibilidades de conseguir simpatizantes se le escapan, pues el candado de conseguir 200 mil firmas le resquebrajan su esquema de campaña burocrática.
Si bien las reglas presentadas por los dirigentes Marko Cortés, Alejandro Moreno y Jesús Zambrano limitan que se convierta en una “fiesta de aspirantes” y comienza el descarte, lo que se busca es concretar perfiles con mayor reconocimiento social y presencia nacional a la hora de enfrentar al candidato del partido oficial en 2024.
Gurría no midió que existieran 14 aspirantes por parte del PRI, PAN y PRD ni que en el trabajo a ras de tierra, lo rebasan. El punto es que con ese número de aspirantes se atomizan las opciones y sus posibilidades se fragmenta y dividen. Su aspiración, a final de cuentas, no suma. Su currículum es incomparable, pero tiene el sello del pasado.
Los partidos tienen el control del método de elección y los aspirantes son militantes. No está cerrado a la ciudadanía, pero son los institutos políticos, los que tienen la capacidad de movilizar simpatías y los encargados de promover la participación ciudadana.
Gurría calificó el método como “inédito” y destacó que es “un orgullo” pertenecer a un frente amplio. Daremos la batalla hasta el final y después también, porque habrá que formar un gobierno de coalición”.
Sin embargo, que el frente opositor tenga a Gurría como candidato es facilitarle al partido en el poder la campaña de golpeteo sobre un aspirante de escritorio y de girar sobre su imagen, al viejo priismo de los tecnócratas, de las crisis económicas recurrentes y del Fobaproa. Además de revivir aquel escándalo de 1994 cuando se le señaló, al entonces secretario de Hacienda, de obtener una jubilación de Nacional Financiera, sin cumplir con los requisitos legales de antigüedad y abusando del puesto que ostentaba.
Ese pasado lo persigue.