Calificar a Cuauhtémoc Cárdenas como “constructor de la democracia” en el apogeo del gobierno de la cuatroté —como lo hizo la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero— es una declaración exagerada. El tres veces candidato presidencial sí fue un precursor de la transición democrática desde 1988, pero a estas alturas su legado ya es parte de la historia contemporánea.
Para Cárdenas Solórzano, Morena y los símbolos utilizados por este partido son nimiedades, en diciembre de 2019, en entrevista con la prensa española, señaló que en el espectro de la izquierda al partido en el poder “no lo veo. No sé dónde esté Morena desde el punto de vista ideológico”.
El que la cuatroté, en voz de Olga Sánchez, celebre un honoris causa y le levante la mano en señal de triunfo democrático, es un sin sentido a estas alturas de los avances y logros democráticos por otros personajes políticos.
Sumarse a la celebración y encargo para quedar bien con Cuauhtémoc Cárdenas, llegó desde la oficina del jefe de asesores de la presidencia, Lázaro Cárdenas Batel; aunque la relación de la cuatroté es frágil y con el partido en el poder es nula. Entonces, la celebración sobra y las palabras de reconocimiento fueron un exabrupto.
“La democracia deliberativa y participativa que hoy son realidades hubieran sido imposibles en el México de 30 años atrás. Para llegar aquí han sido necesarias muchas luchas, muchos hombres sobre los cuales apoyarse y ahí es donde destaca la figura de Cárdenas como un constructor de la democracia”, expresó Olga Sánchez Cordero.
En su última incursión por la búsqueda de la presidencia, Cárdenas dio síntomas de que el partido que en ese momento lo postuló —el PRD— lo incomodaba y la disputa en las urnas se cerró sólo entre dos contendientes de aquella época, el priista Francisco Labastida y el panista Vicente Fox.
Despreció el apoyo de grupos perredistas que le ofrecieron sumarse a su campaña rumbo a 2000. En mayo de 1999, Cuauhtémoc Cárdenas declinó el apoyo de la corriente de Académicos, Intelectuales y Profesionistas del PRD. Pero el asunto no terminó ahí. Su campaña no levantó.
Para mayo de 2000, Ricardo Monreal sugirió una “alianza de alianzas” que contemplaba la declinación de Cuauhtémoc Cárdenas en favor de Vicente Fox. Todo quedó en lo anecdótico, pero desde ese momento, el fundador del PRD comenzó a separarse de un sector perredista que 20 años después se convirtió en el Movimiento de Regeneración Nacional.
Sin embargo, no todo quedó perdido. Un año después de su derrota en las urnas frente a Fox Quesada, ganó Lázaro Cárdenas Batel las elecciones en Michoacán. Fue el primer gobernador no priista en la entidad. Si puede hablarse de un pacto entre el cardenismo y el PRI se puede revisar la historia. Su aportación a la transición en Michoacán también tuvo mucho que ver. Pero no fue sólo el logro en las urnas, también jugó sus cartas y un capital político que aún manejaba pero que ahora ya no tiene cabida. Son otros tiempos y nuevos personajes, los protagonistas del movimiento democrático actual.