La refinería de Dos Bocas, emblema de la promesa de autosuficiencia energética del presidente López Obrador, se atora y arrastra las aspiraciones políticas de la secretaria de Energía, Rocío Nahle. Hace pocos días, el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, admitió un sobrecosto del proyecto, que ahora se estima entre 16 y 17 mil millones de dólares, lo que excede el presupuesto original de 8 mil millones de pesos. A esto, la Agencia Internacional de Energía (IEA) proyectó que la Refinería Olmeca, en Tabasco, no alcanzará su máxima capacidad operativa hasta 2025, una fecha alejada de las previsiones gubernamentales, que apuntaban a finales de este año.
Esta serie de complicaciones arrojan dudas, especialmente cuando se examinan los informes de la secretaria de Energía, Rocío Nahle. Fuentes cercanas a la cuatroté sugieren que, tras dos inauguraciones que dejaron mucho que desear, la confianza del presidente en la funcionaria se tambalea.
Quienes han atestiguado, la insistencia del Presidente que ha buscado respuestas en repetidas ocasiones, pero solo recibe la misma promesa de Nahle: la obra concluirá en los tiempos pactados. Sin embargo, se insinúa que ciertas figuras y nexos políticos, lejos de facilitar la gestión de la funcionaria federal, están complicando su paso.
Y es que el enemigo de la funcionaria está adentro. Se trata de los contratos concedidos por Nahle al empresario Juan Carlos Tapia Vargas, propietario de Construcciones Industriales Tapia (Citapia) y un personaje cercano no solo a su esposo, sino también al senador y ex secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.
Tapia Vargas, quien tuvo un papel protagónico en la campaña de José Antonio Meade en 2018, no es ajeno a la controversia. Fue relacionado con el esquema de corrupción entre Emilio Lozoya Austin y Odebrecht, lo que resultó en una inhabilitación por parte de la Secretaría de la Función Pública en 2019. Además, enfrentó acusaciones de “huachicol” en 2017, con una investigación por robo de combustible en el poliducto Tula-Salamanca, propiedad de Pemex.
No obstante, pese a su cuestionable historial, Tapia Vargas ha logrado, directa o indirectamente, adjudicarse seis contratos en la Refinería Olmeca, a través de sus empresas ya existentes y a otras recién creadas, todas vinculadas a él, sus familiares o asociados, como Mexicana de Recipientes a Presión, que posteriormente cambió a Procesos Especializados y Proyectos (Proesa), y Manufactura Especial y Proyectos Industriales (Mepi).
Dichas firmas, de acuerdo con registros públicos, no solo comparten nexos corporativos, sino también infraestructura y, sospechosamente, imágenes idénticas en sus páginas web. Todo esto, según fuentes confiables, con el conocimiento y posible complicidad de la funcionaria federal.
Finalmente, dentro de este intrincado panorama, se susurra que Tapia Vargas estaría filtrando información sobre retrasos en la obra a figuras del Partido Revolucionario Institucional (PRI), con quien tiene una comprobada cercanía. Una de las sospechas es que busca afectar las aspiraciones políticas de Rocío Nahle, en Veracruz. Lo preocupante es que comienza a crecer un posible escándalo alrededor de la empresa productiva y ahora de la mano de la secretaria de Energía y eso ya prendió las alertas en Palacio Nacional.
Israel Mendoza Pérez
@imendozape