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Opinion

#Dobleces El indefinido

A Alberto Anaya Gutiérrez, diputado y dirigente del PT, le sobran intereses políticos dentro de la cuatroté y le falta una definición clara, previo a los comicios de 2024. Ni su opinión ni su partido pueden entrar a la sucesión de manera directa.

El convertirse en el “rescatador” de Ricardo Mejía Berdeja; cargarlo en hombros y convertirlo en su abanderado a la gubernatura de Coahuila, lo llevó a una posición débil frente a Morena y al propio presidente Andrés Manuel López Obrador. Sus movimientos, ante la cuatroté en este año, alertan al partido oficial de un aliado inestable para los comicios del próximo año.

Sus dos principales errores en este año son la candidatura de Mejía Berdeja y darle a Gerardo Fernández Noroña, la posibilidad de tener una candidatura presidencial, aunque sea un placebo.

La dirigencia nacional de Morena, encabezada por Mario Delgado, esperará los resultados electorales de junio próximo y entrará en un proceso de análisis cualitativo respecto a las indefiniciones de Alberto Anaya y el cúmulo de intereses que lo rodean, ya que Coahuila es el estado con posibilidades de triunfo débiles por parte de Morena. Es ahí donde entra el juego de las negociaciones de largo alcance con el PT.

De acuerdo con lo que ha trascendido fuera de las filas de los petistas en San Lázaro, Alberto Anaya, tiene los ojos puestos en la candidatura plurinominal al Senado para 2024. Por ello, es que ya muestra interés y quiere asegurar su lugar y la oportunidad de ser beneficiario de los votos en cascada en favor de una posible alianza con Morena.

En Morena está el escenario de que, si no llegan a ganar en Coahuila y el resultado es inferior, se someterán a un riguroso análisis la alianza del próximo año.

Sus intereses lo llevan a volver a colocarse como lo que es: solo un aliado de conveniencia. A quien con unas palmadas en la espalda se conforma, mientras tenga el control económico del partido que fundó. Y aunque tenga las mejores intenciones de quedar bien con la cuatroté no alcanza más cargos. Prefiere el maltrato político y quedar ante los ojos de los demás partidos y de su propia militancia como un dirigente dedicado a la mendicidad política.

El PT desde hace más de 20 no ha ofrecido un aspirante a la presidencia. Alberto Anaya no permite el crecimiento de liderazgos y obedece a los designios de la cuatroté. Su objetivo es el mantener el control económico de su partido y lo político se mueve como veleta.

Sin hacer declaraciones estruendosas o acusar que se trata de un maltrato al partido que ha cargado en hombros al presidente Andrés Manuel López Obrador, desde hace más de 20 años, el eterno dirigente petista encontró en Gerardo Fernández Noroña y Ricardo Mejía Berdeja, a los políticos dispuestos a generar un ambiente crítico y de escándalo político frente a Morena.

Ambos juegan al ritmo que les ofreció Alberto Anaya y de seguir en ese camino solo habrán trabajado para que Anaya consiga lo que quiere y ellos simplemente sean el vehículo para que el chantaje salga preciso.

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