Aunque se ostente como la fuerza opositora con mayor presencia, el PAN, dirigido por Marko Cortés, se encuentra estancado en un liderazgo con visos autoritarios, con la tentación de extender su presencia a través del Congreso y desde ahí hacer sombra a la dirigencia nacional, a la coordinación de la bancada e impulsar una doble agenda política.
Marko Cortés va a heredar un partido confrontado y sin cohesión interna. El PAN comenzó a entrar, como otras fuerzas políticas, en un proceso de reacomodo y en el que se aspira a un nuevo modelo de partido y no al tradicional. Justo cuando ofreció una alianza con la sociedad para los comicios pasados, la realidad fue otra. Marko Cortés apostó por una alianza tradicional y traicionó a la sociedad civil. No hay diputados ni senadores emanados de las filas ciudadanas.
Esa debió ser la principal señal de que la oposición se enfilaba a una batalla solo para beneficiar a los dirigentes y su grupo compacto. Y las candidaturas ciudadanas solo se quedaron en una narrativa ficticia. Sin embargo, la deficiencia de los resultados se debe una narrativa débil creada desde las dirigencias nacionales.
El objetivo se centró en contestar al presidente Andrés Manuel López Obrador y no se usó la fuerza que representaban los gobiernos del PRI y PAN en temas como economía, salud y economía. La falta de trabajo reflejó que la coalición fracasó y perjudicó más al partido fundado en 1939, la realidad es que se olvida que la traición de todos los militantes del partido fue a la sociedad civil. Eso dejó de estar en el radar panista, desde que Marko Cortés tomó el control de la alianza y de las decisiones de la candidata Xóchitl Gálvez.
Cortés Mendoza, se encargó de sumar ataques y subirse al ring de la polarización, no de restar la fuerza de Morena y sus aliados. Su error fue concentrar el poder. El resultado es que en la estrategia de Marko Cortés, el PAN tuvo una cobertura de casillas del 68 por ciento el 2 de junio. El resto quedó a la deriva y sin una fuerza política que los respaldara. En esta pasada elección solo logró 32 diputados de mayoría, con coalición de tres partidos, y solo 16 senadores. El PAN no es un partido sólido. En la Legislatura que viene será una fuerza con representación solo de contención y no de acción contundente para ostentar el liderazgo de la oposición.
El partido debe entrar a cirugía mayor. No hay análisis, autocrítica ni debate de fondo sobre el futuro del PAN ante la consolidación de un cambio de régimen político en el país. Y menos un llamado a modernizar al partido.
Hablar de una ruptura en el PAN es un Perogrullo. De nueve gubernaturas en juego, solo se conquistó una. Su representación en ambas cámaras es de las más bajas en dos décadas. Y aún así, Marko Cortés tiene la posibilidad de soltar el poder partidista hasta el 3 de octubre.
Israel Mendoza Pérez
@imendozape