Después de un letargo político e ideológico por más de 20 años, Jesús Zambrano, dirigente del PRD, descubrió el camino de la socialdemocracia. Cuando se creía que el perredismo ya había tocado fondo en la pérdida de su ideología por el abuso del pragmatismo, ahora se impulsa un proyecto a su interior con tintes social demócratas. Nada más alejado para un partido en el que se amalgamó la lucha de las izquierdas y eternos pleitos entre facciones radicales.
Tras su XVIII Congreso Nacional Ordinario del PRD, el dirigente perredista, ahora, lleva al perredismo por la socialdemocracia. Por desgracia, el partido del sol azteca carece, desde hace muchos años, de integrantes afines a la socialdemocracia que puedan encauzar al partido por ese sendero político electoral. Si bien el partido del sol azteca se ubicó, en el espectro electoral, como un instituto político de izquierda por muchos años abrazó a la izquierda radical, el nacionalismo revolucionario y la izquierda clientelar.
Hace más de dos décadas, los perredistas perdieron la oportunidad de transitar por la socialdemocracia. Las ambiciones por el control de la dirigencia y el reparto de cuotas partidistas siempre estuvieron por encima del fortalecimiento ideológico. Ejemplo de ello fue cuando Gilberto Rincón Gallardo, salió del PRD y le dio vida al partido Democracia Social en el año 2000. Los perredistas no se atrevieron a dar un salto alternativo y sumarse a un proyecto con características socialdemócratas. En su lugar se quedaron con un partido que ofrecía gubernaturas, diputaciones, senadurías y llevaba en hombros a Cuauhtémoc Cárdenas por su tercera aspiración presidencial y a Andrés Manuel López Obrador por la Jefatura de Gobierno. Hoy, el PRD va en picada.
El viraje que pretende dar Zambrano es una estrategia cosmética. Los resultados de la pasada elección ya le pesaron a su dirigencia disfuncional. La pérdida de registros a nivel nacional en 15 estados y con una votación de 3.77 por ciento se defiende con las uñas de desaparecer del escenario político-electoral. Sus resultados y ser el partido satélite de la alianza no le regresarán el bastión perdido.
Lo que pretende hacer la dirigencia de Zambrano, según sus cercanos, es impulsar un pensamiento “progresista” va a alimentar la idea del cambio al interior del PRD a través de foros, mesas de debate con académicos y politólogos para mostrar los beneficios de tener un partido socialdemócrata y de paso contrastarlo con el proyecto de la cuatroté.
El resultado esperado es ganar a un sector de la sociedad golpeado por los discursos de la mañanera como la clase media, académicos e intelectuales. A ese sector busca entrar el PRD a través de la socialdemocracia y quitarle al partido el estigma de rijoso y pendenciero.
Lo único que olvida Zambrano es un detalle que no ve a simple vista y que tampoco reconoce frente a los militantes que le compraron su nueva máscara de demócrata social. La corriente socialdemócrata tiene más de 100 años de existencia y apenas llegó como una idea brillante a Zambrano y su grupo político.