En unos cuantos minutos, Marko Cortés, dirigente nacional panista, pasó de ser un temeroso de la cuatroté a un destructor de los ideales doctrina blanquiazul. En un audio difundido, señala que el próximo en las elecciones para renovar gubernaturas sólo Aguascalientes es un triunfo posible de seis en juego.
Cortés Mendoza tiene un mes en su segundo periodo como dirigente panista y su presidencia va en contra de lo que es la esencia de los partidos políticos y su responsabilidad como presidente del blanquiazul: ganar elecciones. Su derrota anticipada no sólo arrastra a su partido sino que de paso jalonea y baña con desconfianza a la alianza Va por México, amarrada con los dirigentes del PRI y PRD.
El pragmatismo y derrotismo de Marko Cortés va en camino a destruir los ideales de los fundadores del PAN, Manuel Gómez Morín y de Efraín González Luna, quienes cimentaron una cultura de la oposición entre los panistas y sobre la que aprendieron a navegar a contracorriente. Eso es en lo interno, pero al exterior también queda como un dirigente liliput.
Incluso, el exgobernador de Querétaro, Francisco Domínguez Servién, soltó una declaración que retrata de cuerpo entero la debilidad y el tamaño del dirigente panista: “La derrota anticipada es, en política, entreguismo”.
Marko Cortés quiere pasar a la historia como el líder político que sólo unió con “saliva” a los dos partidos que cimentaron el entramado político mexicano y su paso en la alianza se quedó en lo anecdótico y sin densidad, ya que sus palabras de derrota rayan en la frivolidad y en la desconfianza a su partido, a la historia de éste y a la militancia panista y de colofón embarra de pobreza estratégica a sus nuevos aliados.
Apenas, el pasado 12 de octubre, Cortés se reunió con los dirigentes del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Alejandro Moreno y de la Revolución Democrática (PRD), Jesús Zambrano, para reafirmar la alianza electoral entre para los próximos tres años; sin embargo, su deshonestidad fue mayúscula al conocerse el audio difundido por Latinus y no aceptar que ni con sus aliados puede hacer frente al partido en el poder.
Marko Cortés ya trae la pala en la mano y comienza por enterrar la historia del panismo combativo en la arena electoral e impulsor de los procesos democráticos. Con sus recientes palabras lapida la batalla electoral de Manuel Clouthier en 1988. El debate en el que Diego Fernández de Cevallos vapuleó a Ernesto Zedillo y de paso a Cuauhtémoc Cárdenas en 1994. Hasta la llegada del PAN con Vicente Fox en 2000.
La pelea democrática de Acción Nacional de décadas pasadas ya tiene a su sepulturero. Marko Cortés, al paso que va, se enfila a pasar de político pragmático a un zafio del panismo más elemental. Y todo por encabezar una dirigencia timorata ante un nuevo partido en el poder y una alianza en la que se achica solo y la tilda de débil para lograr nuevos triunfos electorales rumbo a 2024.