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Opinion

#Dobleces El reto del agua

A pesar de que el pasado 10 de septiembre la Comisión Nacional del Agua (Conagua), dirigida por Efraín Morales López, informó que el 57.32% del país está libre de sequía, con solo el 13.68% en condiciones anormalmente secas, la situación aún es preocupante, ya que detrás de ellos se oculta el hecho de que la sequía ha ido en aumento año con año. Según el Monitor de Sequía de América del Norte, la extensión de las áreas afectadas por sequía severa ha crecido un 15% en la última década, lo que resalta la urgencia de atender este problema estructural.

La extracción de agua preocupa. De acuerdo con Conagua, el 76% del agua se destina al sector agrícola, mientras que la industria solo utiliza el 5%. Este dato invita a cuestionar las narrativas que responsabilizan exclusivamente a la industria privada por la escasez de agua. El verdadero reto está en la ineficiencia del uso agrícola, donde métodos tradicionales como el riego por gravedad desperdician grandes volúmenes del recurso. A esto se suma el estrés hídrico del país, que en 2020 ocupaba el lugar 139 de 178 naciones, con un índice del 44.8%. Factores como el crecimiento poblacional, la sobreexplotación de acuíferos y el cambio climático han exacerbado el problema.

El impacto del cambio climático en los patrones de precipitación ha sido devastador, con sequías prolongadas y lluvias torrenciales que no mitigan la escasez de agua. En marzo de 2024, 163 municipios enfrentaban condiciones de sequía extrema o excepcional, comparado con 2016, cuando ningún municipio alcanzaba esos niveles. En este sentido es que la captación y almacenamiento de agua de lluvia, junto con tecnologías como la desalinización, deben ser parte de las soluciones para enfrentar la creciente demanda.

Además, el sector agrícola, como principal consumidor de agua, necesita transformarse. La implementación de métodos de riego por goteo y agricultura de precisión son esenciales para reducir el desperdicio y garantizar la seguridad alimentaria. Con una población que se espera alcance los 134.5 millones de personas en 2030, es fundamental optimizar el uso del agua. No obstante, el cambio en las prácticas agrícolas no es suficiente. La crisis hídrica requiere una solución integral que involucre a todos los sectores: gobierno, comunidades, agricultores e industria.

Contrario a lo que muchos creen, la industria ha demostrado ser parte de la solución. Proyectos como Aguas Firmes, impulsado por Grupo Modelo, la Cooperación Técnica Alemana y la Industria Mexicana de Coca-Cola, han implementado medidas de reforestación, tecnologías de riego eficiente y apoyo a agricultores para la adopción de prácticas sostenibles. Este tipo de iniciativas no solo mejoran la gestión del agua, sino que también involucran a las comunidades locales, con lo que queda demostrado que la cooperación público-privada es clave para abordar el problema.

Finalmente, la inversión en infraestructura es urgente. El Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, bajo la dirección de Adrián Pedrozo Acuña, estima que se necesitan 49 mil millones de pesos anuales para mejorar las plantas de tratamiento de aguas residuales y las redes de distribución. Esta inversión es crucial para reducir las pérdidas de agua por fugas y minimizar la contaminación que afecta al 60% de los cuerpos de agua en el país.

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